lunes, 24 de enero de 2011

COMUNISMO DE SION

La conspiración Judeo - Masónica del sionismo actual

Existe una sorprendente carta publicada en la edición del 1 de Junio de 1928 del "Revue de París", recuperada de las pertenencias de Karl Marx tras su muerte y aceptada como auténtica por varios historiadores de prestigio, aunque resulta increíblemente desconocida (o evadida) incluso entre los derechistas enemigos declarados del marxismo. En este documento, cuyo original data de 1848, el artífice del movimiento "proletario-revolucionario" recibe las felicitaciones de su amigo y confesor, el rabino Baruch Levi, a propósito del planeado movimiento político y obrero que ha generado su trabajo. Allí se lee:

"Todo el pueblo israelí será, por sí mismo, su propio Mesías (...) Su dominio del mundo se alcanzará con la unificación de todas las otras razas (...) Eliminando las fronteras y las monarquías se conseguirá acabar con las particularidades para instaurar una República Mundial que procurará, por todo el mundo, los derechos para los israelíes (...) En esta nueva organización de la humanidad, los hijos de Israel, repartidos por todos los rincones de la tierra, se convertirán en todas partes y sin oposición alguna, en la clase dirigente, sobre todo si consiguen colocar a las masas obreras bajo su control exclusivo. Los gobiernos de las naciones integrantes de esta futura República Universal caerán, sin esfuerzo, en las manos de los israelitas, gracias a la victoria del proletariado. La propiedad privada podrá entonces ser suprimida por los gobernantes de raza judía, que administran en todas partes los fondos públicos. Así, se realizará la promesa del Talmud, según la cuál, cuando llegue el tiempo del Mesías, los judíos poseeremos los bienes de todos los pueblos de la Tierra"

El propio Marx declararía en una oportunidad: "Buscamos en vano la clave del laberinto del alma judía en su religión; lo que debemos buscar es el misterio de su religión en el misterio de su naturaleza. ¿Cuál es la base del judaísmo? Una pasión práctica y la codicia del provecho. ¿A que puede reducirse su culto religioso? A la extorsión. ¿Quién es su verdadero Dios? La caja de caudales ..."

Como Marx y Engels, fueron judíos todos los que colaboraron en la fundación del marxismo y que posteriormente propiciaron la Revolución Rusa de 1917, financiada y auspiciada en casi todos sus detalles por los propios norteamericanos, como años después lo hicieran en Cuba. Era tan sabido por ellos lo que iba a ocurrir en aquellos días de octubre en Rusia, que se envió desde EE.UU. a un importante sirviente, el periodista John Reed (que había trabajado para la inteligencia norteamericana y que muy probablemente ocultaba tras su nombre algún origen judío) hasta el corazón mismo de la bomba de tiempo para convertirse en el cronista oficial para occidente de lo que fue la Revolución Rusa. Su famoso libro "Diez días que conmovieron al mundo", obra totalmente comprometida con los bolcheviques, es un verdadero desfile de personalidades judías sustentando la instauración del marxismo en la posteriormente llamada Unión Soviética.


Vladimir Ilich Ulianov, el judío conocido como Lenin, ocuparía el máximo cargo de la Rusia comunista. Su decisión de motivar la revolución marxista por la vía armada y subversiva fue tan determinante que desde entonces el apellido "leninista" se agregó al movimiento marxista supuestamente obrero, aunque Marx y Lenin jamás se conocieron: el primero murió cuando el otro aún era un chiquillo.

Sin embrago, Lenin, poco antes de morir postrado y en impedimento mental, haría extrañas declaraciones desenmascarando a algunos de sus congéneres judíos que preparaban el surgimiento de una siniestra figura sucesora, a pesar de su descontento: el ex-asaltante de bancos, Josef Stalin. Su verdadero nombre era Josif David Vissarionovitch Djugaschvili. Este último apellido es indiscutiblemente de origen judío, como lo fueron todas las mujeres con las que se casó, sus principales amigos y también sus hombres de confianza en la administración del Estado, como el pervertido sexual llamado De Beria. Sin embargo, esta bestia se volvió contra elementos de su misma calaña en la incontenible sed de muerte: el dedo ejecutor de Stalin apuntó a varios judíos como Kamenev, Zinoviev, Rikov y tantos otros. Incluso desterró al judío Trotsky, para luego ordenar su muerte en México. Prohibió también a su hijo ilegítimo, Yacob, contraer matrimonio con un muchacha judía y se le educó con tanta fineza que, se dice, acabó suicidándose cuando le obligaron a cumplir con la tarea de limpiar los baños de la prisión, estando preso en un campo de detenidos de guerra, humillación que no pudo soportar. La hija de Stalin vivió el tiempo suficiente para escribir una biografía de su padre, en la que rebela el desprecio permanente de éste hacia los judíos en general pero los intrigantes vínculos que de todos modos mantiene con esta raza.

Algunos han tratado de comparar el sabido odio de Stalin hacia los judíos con las ideas de Hitler. Nada más absurdo, pues Stalin fue un fiel sirviente del judaísmo hasta los últimos días de su vida: puso a funcionarios judíos al mando del Ejército Rojo y la policía de inteligencia de Estado. Stalin es un claro ejemplo de que la traición es una práctica frecuente entre los propios judíos. Comenzó con el propio Alexandre Kerensky, judío asesor del Zar, que se aliaría a los bolcheviques proporcionándoles información vital para la instauración del nuevo régimen. Y al propio Stalin le traicionarían sus congéneres al final de sus días del mismo modo que él y los mismos judíos lo hicieran contra Lenin.

El aspecto más siniestro de Stalin no está, sin embargo, en su adhesión al judío internacional, sino en la criminalidad que le llevó a asesinar directa e indirectamente a cifras que llegan a millones y millones de personas. ¿De qué manera puede ser un solo hombre la causa de tantas muertes? Stalin hizo exterminar por su propia orden a comunidades enteras de Rusia y Siberia, al no poder decidir qué hacer con ellas en el reajuste de su Nueva Rusia, en la que el Estado daba tan bajos pagos a los campesinos por su producción que ni siquiera se cubrían los costos... Éste es sólo uno de los aspectos de la desbordada crueldad del Hombre de Hierro, del ser mecánico, del robot Golem.

Los procesos de reconfiguración de la economía agraria se impusieron con una indiferencia escalofriante, matando a millones de campesinos de hambre y desprotección. Rusia conoció, hacia los años ´20, algunas de las escenas más horrendas que pudiera documentar la humanidad, como el canibalismo. Sólo en la región de Kubán, la bestia de Stalin ordenó desarmar 20 grandes aldeas de humildes campesinos, abandonados a su suerte. Lo mismo ocurrió en Bielorrusia y las áreas suburbanas de Moscú. Ucrania fue literalmente barrida, con una brutalidad que eriza los pelos.Dos humildes campesinos de Leningrado vendiendo como alimento trozos de cadáveres, entre los que destacan el cuerpo de un niño y la cabeza de un difunto. Estos eran los episodios de hambruna generados por el reajuste del agro forzado por los jerarcas del comunismo, todos ellos judíos viviendo en palacios del "Gobierno del Proletariado". Era la forma real y efectiva en que el marxismo judío trataba al trabajador y al mismo hombre modesto que colma de promesas. En Nürembeg hubiese bastado sólo una fotografía como ésta para condenar a muerte al gobernador de una comarca o cualquier líder local.


Es cierto que el judío Leiba Davinovich Bronstein, alias León Trotsky, era el representante más correcto de la línea marxista desarrollada hasta entonces por Lenin. Pero sólo con una política de estado tan tiránica como la de Stalin podría permitirse al comunismo bolchevique asegurar su existencia íntegra para los años venideros. A pesar de la necesidad de la existencia de Stalin, para cortar los vínculos con su fama criminal, era necesario entre los posteriores marxistas "renovados" el apoyarse en las diferencias entre el dictador y la figura de Lenin, una desigualdad de la que siempre se supo. La prueba era una carta dictada por el propio ideólogo del comunismo soviético en 1924 para el congreso, donde fue leída por sus congéneres judíos:

"El compañero Stalin, que ha llegado a ser Secretario General, ha concentrado en sus manos un poder inmenso, y yo no estoy seguro de que sepa siempre servirse de él con suficiente prudencia. Por otro lado, el compañero Trotsky, como ya lo ha demostrado en su lucha contra el CC, sobre la cuestión del comisariado del pueblo para los transportes, se distingue no sólo por sus capacidades inminentes"

La carta de Lenin, utilizada para liberar al comunismo de todos sus pecados, fue redactada para ser leída a su muerte, en enero de ese mismo año, ante el Congreso Pleno e inmediatamente después darla a conocer ante la ciudadanía. Lo que pocos marxistas saben, sin embargo, es que el Partido Comunista Soviético, sabiendo de los requerimientos drásticos que eran necesarios a futuro y ofrecidos por Stalin bajo su bigote judío, publicó la carta sólo en 1956, de una manera tan bulliciosa y masiva que más bien parece una forma de pedir disculpas ante el mundo. Antes había sido leída en absoluto secreto ante los jerarcas judíos del partido, y todo indica que sólo un hombre apoyó las palabras del difunto Lenin. Fue Trotsky, y no lo hizo por moral, sino por sus intereses personales sobre los poderes que se habían concentrado en torno a Stalin.

WALL STREET Y EL COMUNISMO






DEDICADO A aquellos libertarios rusos,
también conocidos como "los Verdes"
quienes, en 1919, combatieron
tanto a los "Rojos" como a los "Blancos",
en su intento de conquistar
una Rusia libre y voluntaria.

PREFACIO

Desde los comienzos de la década de los años 1920, numerosos panfletos y artículos, e incluso unos pocos libros, han tratado de establecer un vínculo entre los "banqueros internacionales" y los "revolucionarios bolcheviques". Rara ves estos intentos han estado apoyados sobre una evidencia concreta, y nunca han sido presentados dentro del contexto de una metodología científica. Más aún: algunas de las "evidencias" utilizadas en estas obras han sido fraudulentas, cierta parte es irrelevante, y muchas de ellas no pueden ser verificadas. Por otra parte, los autores académicos se ha evitado estudiadamente el examen del asunto; probablemente porque la hipótesis ofende la pulcra dicotomía de capitalistas versus comunistas (siendo que, por supuesto, todo el mundo sabe que son enemigos acérrimos). Aparte de ello, dado que gran parte de lo escrito roza lo absurdo, existe el peligro de que una sólida reputación académica resulte fácilmente arruinada por el brulote de lo ridículo. Razón suficiente para evitar el asunto.
Por fortuna , los archivos del Departamento de Estado (State Department Decimal File), particularmente la sección 861.00, contienen extensa documentación sobre el hipotético vínculo. Cuando se integra la evidencia que se desprende de estos documentos oficiales con el resto de las pruebas procedentes de fuentes no oficiales tales como biografías, documentos personales e historias convencionales, lo que emerge es una historia verdaderamente fascinante.
Hallamos que existió un vínculo entre algunos banqueros internacionales y muchos revolucionarios, incluyendo a los bolcheviques. Estos caballeros banqueros — que aquí se identifican — tuvieron un interés financiero en, y estuvieron comprometidos con, el triunfo de la revolución bolchevique.
Quiénes, por qué — y por cuánto — es lo que constituye la trama de este libro.
Antony C. Sutton Marzo de 1974

LOS ACTORES SOBRE EL ESCENARIO DE LA REVOLUCIÓN

Estimado Sr. Persidente: Simpatizo con la forma de gobierno soviética como la mejor adaptada al pueblo ruso ...
Carta al presidente Woodrow Wilson (17 de Octubre de 1918) de William Lawrence Saunders; presidente de la Corporación Ingersoll-Rand; director de la Corporación American International; y director delegado en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York.

El presidente Woodrow Wilson

La portada de este libro fue dibujada por el caricaturista Robert Minor en 1911 para el St. Louis Post-Dispatch. Minor fue un talentoso artista y escritor quien también supo desempeñarse como revolucionario bolchevique. Fue arrestado en Rusia – en 1915 – por supuesta subversión y, más tarde, terminó al servicio de prominentes financistas de Wall Street. En la caricatura, Minor retrata a un Carlos Marx barbudo y satisfecho, con Socialismo bajo el brazo, y aceptando las felicitaciones de luminarias financieras como J.P.Morgan, su socio George W.Perkins, un exultante John D. Rockefeller, John D. Ryan del National City Bank y, en el fondo, Teddy Roosevelt – prominentemente identificado por sus famosos dientes. La muchedumbre que vitorea y los sombreros volando por el aire sugieren que Carlos Marx debe haber sido una clase de sujeto bastante popular en el distrito financiero de Nueva York.
¿Estaba soñando Robert Minor? Todo lo contrario; no tardaremos en ver que estaba pisando terreno firme representando a la entusiasta alianza entre Wall Street y el socialismo marxista. Los personajes en la caricatura de Minor – Carlos Marx (simbolizando a los rebolucionarios posteriores Lenin y Trtotsky), J.P.Morgan, John D. Reockefeller y por cierto que Robert Minor mismo – son también personajes destacados de este libro.
Las contradicciones sugeridas por la caricatura de Minor han sido barridas bajo la alfombra porque no se ajustan al espectro conceptual de la izquierda y de la derecha políticas. Oficialmente, los bolcheviques se hallan sobre el extremo izquierdo del espectro político y los financistas de Wal Street están sobre el extremo derecho; por lo tanto – razonamos implícitamente – los dos grupos no poseen nada en común y cualquier alianza entre ambos es absurda. Los factores que contradicen este arreglo conceptual generalmente resultan rechazados como observaciones exageradas o errores desafortunados. La Historia moderna posee esta clase de dualidad incorporada y, por cierto, cuando se rechazan y se barren bajo la alfombra demasiados hechos incómodos, esta Historia se convierte en una Historia falseada.
Por el otro lado, se puede observar que ambos – tanto la extrema derecha como la extrema izquierda del espectro político convencional  –  son absolutamente colectivistas. Tanto los nacional socialistas (por ejemplo, los fascistas) como los socialistas internacionales (por ejemplo, los comunistas) recomiendan sistemas político-económicos totalitarios basados sobre un poder político desnudo e irrestricto y sobre la coerción individual. Ambos requieren el control monopólico de la sociedad. Mientras el control monopólico de las industrias supo ser el objetivo de J.P.Morgan y de J.D.Rockefeller hacia fines del Siglo XIX, los santuarios internos de Wall Street comprendieron que la manera más eficiente de conquistar un monopolio sin competidores era “volverse políticos” y hacer que la sociedad trabaje para los monopolistas – bajo la advocación del bien público y del interés público. Esta estrategia quedó expuesta en 1906 por Frederick C. Howe en sus Confessions of a Monopolist {[1]}. Howe, dicho sea de paso, también es un personaje en la historia de la Revolución Bolchevique.
Por lo tanto, un etiquetamiento alternativo de las ideas políticas y de los sistemas político-económicos consistiría en ordenarlos de acuerdo con el grado de libertad individual versus el grado de control político centralizado. Bajo un ordenamiento semejante, el Estado corporativo de bienestar y el socialismo se encuentran en el mismo extremo del espectro. De allí podemos ver que los intentos de un control monopólico de la sociedad pueden tener distintas etiquetas manteniendo sin embargo características comunes.
Consecuentemente, una de las barreras que impide la comprensión madura de la Historia reciente es la noción de que todos los capitalistas serían obcecada e irreductiblemente enemigos de todos los marxistas y socialistas. Esta equivocada idea tiene su origen en Carlos Marx e, indudablemente, resultó útil a sus propósitos. De hecho, sin embargo, la idea es una ridiculez. Ha existido una continua, aunque disimulada, alianza entre los capitalistas políticos internacionales y los revolucionarios socialistas internacionales – en beneficio mutuo. Esta alianza ha pasado desapercibida en gran medida porque los historiadores – con algunas notables excepciones – poseen una inclinación marxista inconciente y, de este modo, se encapsulan en la imposibilidad de la existencia de dicha alianza. El lector de mente abierta debería retener dos claves: los capitalistas monopólicos son enemigos acérrimos de los empresarios del tipo laissez-faire y, dadas las debilidades de la planificación centralizada socialista, el Estado socialista totalitario es un mercado cautivo perfecto para los capitalistas monopólicos siempre que se pueda establecer una alianza con los operadores del poder político socialista. Supongamos – y esto es tan sólo una hipótesis a esta altura – que capitalistas monopólicos norteamericanos fuesen capaces de reducir una Rusia socialista planificada a la condición de una colonia tecnológicamente cautiva. ¿No sería esto, en el Siglo XX, la extensión lógica de los monopolios ferroviarios de Morgan y del trust petrolero de Rockefeller de fines del Siglo XIX?
William Boyce Thompson

Aparte de Gabriel Kolko, Murray Rothbard y los revisionistas, los historiadores no han estado alerta para descubrir una combinación de sucesos semejante. El relato histórico, con raras excepciones, ha sido embretado en una dicotomía de capitalistas versus socialistas. El monumental y ameno estudio de George Kennan sobre la Revolución Rusa mantiene consistentemente esta ficción de la dicotomía entre Wall Street y los bolcheviques. {[2]} “Russia Leaves the War” (Rusia Abandona la Guerra) tiene una sola y casual referencia a la firma J.P.Morgan y ninguna en absoluto a la Guaranty Trust Company. Sin embargo, ambas están profusamente mencionadas en los archivos del Departamento de Estado, a los cuales se hará frecuente referencia en este libro, y ambas entidades son parte del núcleo central de la evidencia que aquí se presenta. Kennan no menciona a Olof Aschberg – el  “banquero bolchevique” (según su propia definición) – ni tampoco al Nya Banken en Estocolmo, aun cuando ambos jugaron un papel central en el financiamiento bolchevique. Más aún, en circunstancias menores pero cruciales – al menos cruciales para nuestro argumento – Kennan se equivoca de hecho. Por ejemplo, menciona al director del Banco de la Reserva Federal, William Boyce Thompson, como abandonando Rusia el 27 de Noviembre de 1917. Esta fecha de partida haría imposible que Thompson estuviese en Petrogrado el 2 de Diciembre de 1917 para transmitir un cable solicitando un millón de dólares a Morgan en Nueva York. Thompson, de hecho, abandonó Petrogrado el 4 de Diciembre de 1918, dos días después de enviar el cable a Nueva York. Después, y nuevamente, Kennan afirma que el 30 de Noviembre de 1917 Trotsky pronunció un discurso ante el Soviet de Petrogrado en el cual observó: “Hoy he tenido aquí en el Instituto Smolny a dos americanos estrechamente conectados con elementos capitalistas americanos”. De acuerdo con Kennan, resulta “díficil de imaginar” quienes “pudieron haber sido estos americanos, excepto Robins y Gumberg”. Pero, de hecho, Gumberg era ruso y no norteamericano. Más allá de ello, puesto que Thompson todavía estaba en Rusia el 30 de Noviembre de 1917, los dos norteamericanos que visitaron a Trotsky fueron más que probablemente Raymond Robins, un promotor minero devenido en benefactor, y Thompson del Banco de la Reserva Federal de Nueva York.
La bolcheviquización de Wall Street fue algo conocido en círculos bien informados ya en una fecha tan temprana como 1919. El periodista financiero Barron registró una conversación con el magnate petrolero E.H.Doheny en 1919 y nombró específicamente a tres prominentes financistas, William Boyce Thompson, Thomas Lamont and Charles R. Crane:

A bordo del S.S. Aquitania, por la tarde del 1 de Febrero de 1919

Pasé la tarde con los Doheny en su suite. El Sr. Doheny dijo: Si usted cree en la democracia, no puede creer en el socialismo. El socialismo es el veneno que destruye la democracia. La democracia significa oportunidad para todos. El socialismo alimenta la esperanza de que un hombre puede dejar de trabajar y pasarla mejor. El bolcheviquismo es un auténtico fruto del socialismo y si usted lee el interesante testimonio ante el Comité del Senado de aproximadamente mediados de Enero que desenmascaró a todos esos pacifistas y campeones de la paz como simpatizantes de Alemania, socialistas y bolcheviques, verá usted que una mayoría de los profesores universitarios en los Estados Unidos están enseñando socialismo y bolcheviquismo y que cincuenta y dos profesores universitarios han estado en los autodenominados comités por la paz en 1914. El presidente Elliot de Harvard está enseñando bolcheviquismo. Los peores bolcheviques en los Estados Unidos no son solamente profesores universitarios, siendo el presidente Wilson uno de ellos, sino capitalistas y esposas de capitalistas y ninguno de ellos parece saber de qué está hablando. William Boyce Thompson está enseñando bolcheviquismo y hasta puede convertir a Lamont de J.P.Morgan y Cía. Vanderlip es un bolchevique, como lo es también Charles R. Crane. Muchas mujeres se están uniendo al movimiento y ni ellas, ni sus maridos, saben en qué consiste ni a qué conduce. Henry Ford es otro de ellos y del mismo modo lo son esos cien historiadores que Wilson se llevó con él con la estúpida idea de que la Historia le puede enseñar a la juventud las demarcaciones geográficas adecuadas de razas, pueblos y naciones. {[3]}
Tomas Lamont

En resumen, este libro es una historia de la Revolución Bolchevique y sus postrimerías, pero es una historia que se aparta del enfoque que utiliza la usual camisa de fuerza conceptual de capitalistas versus comunistas. Nuestra historia postula una relación societaria entre el capitalismo monopólico internacional y el socialismo revolucionario internacional para mutuo beneficio de ambos. El costo humano final de esta alianza ha caído sobre los hombros del ruso individual y del norteamericano individual. El empresariado ha visto destruido su prestigio y el mundo ha sido impulsado hacia la ineficiente planificación socialista como resultado de estas maniobras monopólicas en el ámbito de la política y la revolución.
Esta es también la historia de la traición a la Revolución Rusa. Los zares y sus sistema político corrupto fueron expulsados sólo para ser reemplazados por los nuevos operadores políticos de otro sistema político corrupto. Allí dónde los Estados Unidos hubieran podido ejercer su dominante influencia para lograr una Rusia libre, se doblegaron ante las ambiciones de un puñado de financistas de Wall Street quienes, para sus propios propósitos, podían aceptar una Rusia zarista centralizada o una Rusia marxista centralizada pero no una Rusia libre descentralizada. Y las razones para estas afirmaciones se irán desplegando a medida en que desarrollemos la historia subyacente, y hasta ahora no relatada, de la Revolución Rusa y sus secuelas. {[4]}

TROTSKY DEJA NUEVA YORK PARA COMPLETAR LA REVOLUCIÓN

Tendrá usted una revolución, una terrible revolución. El curso que tomará dependerá mucho de lo que el Sr. Rockefeller le ordene hacer al Sr. Hague. El Sr. Rockefeller es un símbolo de la clase gobernante norteamericana y el Sr. Hague es un símbolo de sus herramientas políticas.
Leon Trotsky, en el New York Times del 13 de Diciembre de 1938 (Hague era un político de Nueva Jersey).

Trotsky en Nueva York

En 1916, el año anterior a la Revolución Rusa, el internacionalista Leon Trotsky fue expulsado de Francia, oficialmente por su participación en la Conferencia de Zimmerwald pero también, sin duda, por sus inflamados artículos escritos para Nashe Slovo, un diario en lengua rusa impreso en Paris. En Septiembre de 1916 Trotsky fue amablemente escoltado por la policía francesa hasta la frontera con España. Pocos días más tarde, la policía de Madrid arrestó al internacionalista y lo alojó en una “celda de primera clase” a un costo de una peseta y media por día. Más tarde Trotsky fue llevado a Cádiz, luego a Barcelona para ser finalmente puesto a bordo del vapor español Monserrat. Trotsky y familia cruzaron el Océano Atlántico y arribaron a Nueva York el 13 de Enero de 1917.
Otros trotskistas también se abrieron camino hacia el Oeste cruzando el Atlántico. Tanto es así que un grupo trotskista llegó a tener suficiente influencia directa como para escribir la Constitución de Querétaro para el gobierno revolucionario de Carranza de 1917, dándole así a Méjico el dudoso honor de tener el primer gobierno del mundo que adoptó una constitución de tipo soviético.
¿Cómo hizo Trotsky – que sólo hablaba alemán y ruso – para sobrevivir en la Norteamérica capitalista? De acuerdo con su autobiografía, Mi Vida, “Mi única profesión en Nueva York fue la de un socialista revolucionario.” En otras palabras, Trotsky escribió artículos ocasionales para Novy Mir, el diario socialista ruso de Nueva York. No obstante, sabemos que el apartamento de la familia Trotsky en Nueva York contaba con una heladera y con teléfono y, siempre de acuerdo a Trotsky, la familia ocasionalmente viajaba en una limusina con chofer. Este modo de vida desconcertaba a sus dos hijos. Habiendo entrado en una casa de té, los dos muchachos le preguntarían a la madre: “¿Y por qué el chofer no entra con nosotros?” {[1]} El elegante estándar de vida tampoco se condice con los ingresos informados por Trotsky. Los únicos fondos que admite haber recibido en 1916 y 1917 son 310 dólares y, según él: “distribuí los 310 dólares entre cinco emigrantes que estaban volviendo a Rusia.” Así y todo, Trotsky había pagado por una celda de primera clase en España, la familia había viajado cruzando Europa hacia los Estados Unidos, se habían conseguido un excelente apartamento en Nueva York – pagando el alquiler de tres meses por adelantado – y disponían de una limusina con chofer. ¡Todo esto con los ingresos de un revolucionario empobrecido, fruto de unos pocos artículos publicados en diarios rusos de baja circulación como el Nashe Slovo de París y el Novy Mir de Nueva York!
Joseph Nedava estima el ingreso de Trotsky para el año 1917 en $12 por semana “suplementado por algunos honorarios por discursos.” {[2]} Trotsky estuvo en Nueva York durante 1917 por tres meses, desde Enero hasta Marzo, lo que daría un ingreso de $144 de Novy Mir y, digamos, otros $100 por honorarios de disertación, lo cual da un total de $244 De estos $244 Trotsky fue capaz de regalarle $310 a sus amigos, pagar el apartamento de Nueva York, proveer a su familia – y hasta encontrar los $10.000 que le quitaron en Abril de 1917 las autoridades canadienses en Halifax. Trotsky alega que quienes dicen que tuvo otras fuentes de ingresos son “difamadores” que diseminan “calumnias estúpidas” y “mentiras”; pero a menos que haya estado apostando a los caballos en el hipódromo de Jamaica, los números no cierran. Es obvio que tenía una fuente de ingresos no explicitada.
¿Cuál fue esa fuente? En el libro The Road to Safety su autor, Arthur Willert, dice que Trotsky se ganó la vida trabajando como electricista para la Fox Film Studios. Otros escritores han citado ocupaciones diferentes, pero no hay evidencia de que Trotsky haya realizado alguna actividad remunerativa aparte de escribir y de hablar.
Senador Lee S. Overman

La mayor parte de la investigación se ha centrado en el hecho verificable de que, cuando Trotsky abandonó Nueva York en 1917 para dirigirse a Petrogrado con el fin de organizar la fase bolchevique de la revolución, lo hizo llevándose 10.000 dólares. En 1919 el Comité Overman del Senado de los EE.UU. investigó la propaganda bolchevique y el dinero alemán en los EE.UU. e, incidentalmente, mencionó el tema del origen de los 10.000 dólares de Trotsky. El testimonio del Coronel Hurban, ataché en Washington de la legación checa, ante el Comité Overman produjo lo siguiente:
CORONEL HURBAN: Trotsky quizás tomó dinero de Alemania, pero lo negará. Lenin no lo negaría. Miliukov demostró que recibió 10.000 dólares de algunos alemanes mientras estuvo en norteamérica. Miliukov tenía las pruebas pero él lo negó. Es decir, Trotsky lo negó a pesar de que Miliukov disponía de las pruebas.
SENADOR OVERMAN: Se ha afirmado que Trosky recibió 10.000 dólares aquí.
CORONEL HURBAN: No recuerdo cuanto era, pero sé que se trató de una cuestión entre él y Miliukov.
SENADOR OVERMAN: Miliukov lo demostró, ¿no es cierto?
CORONEL HURBAN: Sí señor.
SENADOR OVERMAN: ¿Sabe usted de dónde los consiguió?
CORONEL HURBAN: Recuerdo que eran 10.000 dólares pero eso no importa. Hablaré de la propaganda de ellos. El gobierno alemán conocía a Rusia mejor que nadie y sabía que, con la ayuda de esa gente, podrían destruir al ejército ruso.
(A las 17:45 el subcomité levantó la sesión hasta el día siguiente, Miércoles 19 de Febrero a las 10:30) {[3]}
No deja de ser notable que el comité levantara la sesión abruptamente antes de que la fuente de los fondos de Trotsky pudiesen incluirse en las actas del Senado. Cuando el interrogatorio continuó al día siguiente, Trotsky y sus 10.000 dólares ya carecieron de interés para el Comité Overman. Más tarde desarrollaremos la evidencia relacionada con el financiamiento de actividades alemanas y revolucionarias por parte de las casas financieras de Nueva York. Los orígenes de los 10.000 dólares de Trotsky quedarán bajo la lupa.

Un monto de 10.000 dólares de origen alemán se menciona también en un telegrama oficial británico dirigido a las autoridades navales canadienses en Halifax, las que solicitaron que Trotsky y su grupo en tránsito hacia la revolución fuesen desembarcados del S.S. Kristianiafjord. También podemos saber, gracias a un informe del Directorio Británico de Inteligencia {[4]} que Gregory Weinstein, quien en 1919 habría de convertirse en un prominente miembro de la Oficina Soviética en Nueva York, recolectó fondos para Trotsky en Nueva York. El origen de estos fondos fue Alemania y los mismos se canalizaron a través del Volkszeitung, un diario alemán publicado en Nueva York y subsidiado por el gobierno alemán.
Mientras los fondos están oficialmente catalogados como alemanes, Trotsky estuvo activamente comprometido en la política norteamericana inmediatamente antes de abandonar Nueva York para irse hacia Rusia y la revolución. El 5 de Marzo de 1917 los diarios norteamericanos titulaban la cada vez mayor posibilidad de guerra con Alemania. Esa misma tarde Trotsky propuso una resolución durante la reunión del Partido Socialista del Condado de Nueva York “instando a los socialistas a fomentar huelgas y resistir el reclutamiento en el caso de una guerra con Alemania.” {[5]} El New York Times se referiría a Leon Trotsky como “un revolucionario ruso exiliado”. Louis C. Fraina, quien apoyó la resolución de Trotsky, escribió más tarde – bajo seudónimo – un libro muy poco crítico sobre el emporio financiero Morgan titulado House of Morgan (La Casa Morgan). {[6]}La moción de Trotsky-Fraina fue enfrentada por la facción de Morris Hillquit y luego el Partido Socialista votó oponiéndose a ella. {[7]}
Más de una semana después, el 16 de Marzo, al producirse el derrocamiento del Zar, el Novy Mir le hizo un reportaje a Leon Trotsky en las oficinas del diario. Esa entrevista incluyó una afirmación profética sobre la revolución rusa:

“... el comité que ha ocupado el lugar del depuesto Ministerio en Rusia no representa los intereses ni los objetivos de los revolucionarios y probablemente tendrá corta vida debiendo renunciar a favor de hombres que llevarán adelante la democratización de Rusia con mayor seguridad.” {[8]}

Estos “hombres que llevarían adelante la democratización de Rusia con mayor seguridad” – es decir: los mencheviques y los bolcheviques – estaban en ese momento exiliados y aun tenían que volver a Rusia. El “comité” temporal, por lo tanto, fue llamado Gobierno Provisional, un título que – bien vale la pena notarlo – fue utilizado desde el comienzo de la revolución en Marzo y no aplicado “ex post facto” por los historiadores.

WOODROW WILSON Y UN PASAPORTE PARA TROTSKY
Woodrow Wilson

El presidente Woodrow Wilson fue el hada madrina que proveyó a Trotsky de un pasaporte con el que podría retornar a Rusia para “llevar adelante” la revolución. El pasaporte norteamericano estaba acompañado de un permiso de entrada ruso y una visa de tránsito británica. Jennings C. Wise, en Woodrow Wilson: Disciple of Revolution, (Woodrow Wilson: Discípulo de la Revolución) hace el comentario pertinente: “Los historiadores nunca deben olvidar que Woodrow Wilson, a pesar de los esfuerzos de la policía británica, hizo posible que Leon Trotsky entre en Rusia con un pasaporte norteamericano.”
El presidente Wilson le facilitó a Trotsky el pasaje a Rusia mientras, simultáneamente, los puntillosos burócratas del Departamento de Estado, preocupados por el ingreso a Rusia de semejantes revolucionarios, estaban unilateralmente tratando de hacer más estrictos los procedimientos relacionados con el otorgamiento de pasaportes. La legación de Estocolmo cablegrafió al Departamento de Estado el 13 de Junio de 1917 – justo después de que Trotsky cruzara la frontera entre Finlandia y Rusia – “Legación ha informado confidencialmente a oficinas de pasaportes rusas, inglesas y francesas en la frontera rusa. Tornea considerablemente preocupado por el pasaje de personas sospechosas portando pasaportes norteamericanos.” {[9]}
A lo cual el Departamento de Estado contestó el mismo día, “El Departamento está ejerciendo especial cuidado en el otorgamiento de pasaportes para Rusia”. Además, el Departamento autorizó gastos de la legación para establecer una oficina de control de pasaportes en Estocolmo y emplear a “un ciudadano norteamericano absolutamente confiable” para que ejerciera dicho control. {[10]} Pero el pájaro ya había volado de la jaula. El menchevique Trotsky, junto con los bolcheviques de Lenin, ya estaban en Rusia preparándose para “llevar adelante” la revolución. La red de control de pasaportes implementada sólo capturó a pájaros más legales. Por ejemplo, el 26 de Junio de 1917, Herman Bernstein, un prestigioso periodista de Nueva York que se dirigía a Petrogrado para representar al New York Herald, fue detenido en la frontera rusa negándosele el ingreso. Algo tardíamente, a mediados de Agosto de 1917, la embajada rusa en Washington le solicitó al Departamento de Estado (y éste consintió en hacerlo) que “impida la entrada a Rusia de criminales y anarquistas ... varios de los cuales ya han ido a Rusia,” {[11]}
Consecuentemente, en virtud de un tratamiento preferencial, cuando el S.S. Kristianiafjord dejó Nueva York el 26 de Marzo de 1917, Trotsky se hallaba a bordo portando un pasaporte norteamericano – y en compañía de otros revolucionarios trotskistas, financistas de Wall Street, comunistas norteamericanos y otras interesantes personas, pocas de las cuales habían embarcado por cuestiones de negocios legítimos. Esta mezcolanza de pasajeros fue descripta por Lincoln Steffens, el comunista norteamericano:
La lista de pasajeros era larga y misteriosa. Trotsky estaba al frente con un grupo de revolucionarios; había un revolucionario japonés en mi cabina. Había un montón de holandeses volviendo apresuradamente a casa desde Java; la única gente inocente a bordo. El resto estaba constituido por mensajeros de guerra, dos de Wall Street para Alemania .... {[12]}
Lincoln Steffens

Cabe notar que Lincoln Steffens se hallaba a bordo y en camino a Rusia gracias a una invitación específica de Charles Richard Crane, un partidario y ex-presidente del comité de finanzas del Partido Demócrata. Charles Crane, vicepresidente de la Crane Company, había organizado a la compañía Westinghouse en Rusia, era miembro de la misión Root a Rusia, y visitó ese país entre 1890 y 1930 no menos de 23 veces. Richard Crane, su hijo, era el asistente confidencial del entonces Secretario de Estado, Robert Lansing. De acuerdo con el ex-embajador en Alemania, William Dodd, Crane “hizo mucho para que la revolución de Kerensky cediera ante el comunismo.” {[13]}De modo que los comentarios que hace Seffen en su diario personal sobre las conversaciones a bordo del S.S. Kristianiafjord resultan altamente pertinentes: “... todos están de acuerdo en que la revolución está tan sólo en su primera fase; en que debe crecer. Crane y los radicales rusos sobre el barco piensan que estaremos en Petrogrado para la re-revolución.” {[14]}
Charles R. Crane

Crane regresó a los Estados Unidos cuando la Revolución Bolchevique (es decir “la re-revolución”) había sido completada y, a pesar de ser un ciudadano privado, recibió informes de primera mano sobre el progreso de los bolcheviques a medida en que el Departamento de Estado recibía los cables. Por ejemplo, un memorándum fechado el 11 de Diciembre de 1917 está titulado: “Copia de informe sobre sublevación maximalista para el Sr. Crane”. El informe original proviene de Maddin Summers, cónsul general norteamericano en Moscú, y la carta que lo acompaña dice en parte:
Tengo el honor de adjuntar aquí una copia del mismo (del informe mencionado) con la solicitud de que sea enviado para información del Sr. Charles R. Crane. Se presume que el Departamento no tendrá objeción a que el Sr. Crane vea este informe... {[15]}
En resumen: el cuadro extraño y sorprendente que emerge aquí es que Charles Crane, un amigo y partidario de Woodrow Wilson y un prominente financista y político, tuvo un conocido rol en la “primer” revolución y viajó a Rusia a mediados de 1917 en compañía del comunista norteamericano Lincoln Steffens quien estaba en contacto tanto con Woodrow Wilson como con Trotsky. Este último, a su vez, estaba portando un pasaporte emitido por orden de Wilson y 10.000 dólares provenientes de supuestas fuentes alemanas. A su regreso a los Estados Unidos después de la “re-revolución”, a Crane se le permitió acceder a documentos oficiales concernientes a la consolidación del régimen bolchevique. Esta trama de eventos interrelacionados – aunque sorprendentes – requiere una mayor investigación y sugiere, sin brindar evidencia por el momento, algún nexo entre el financista Crane y el revolucionario Trotsky.

DOCUMENTOS DEL GOBIERNO CANADIENSE SOBRE LA LIBERACIÓN DE TROTSKY {[16]}
Los documentos sobre la corta estadía de Trotsky bajo custodia canadiense se hallan ahora desclasificados y están disponibles en los archivos del gobierno canadiense. De acuerdo con estos archivos, Trotsky fue desembarcado del S.S. Kristianiafjord en Halifax, Nova Scotia, por personal naval británico, el 3 de Abril de 1917. Se lo listó como un prisionero de guerra alemán y lo internaron en la estación para prisioneros alemanes de Amherst, Nova Scotia. También fueron sacados del barco e internados su esposa, sus dos hijos, y otros cinco hombres descriptos como “socialistas rusos”. Los archivos canadienses registran los nombres como:  Nickita Muchin, Leiba Fisheleff, Konstantin Romanchanco, Gregor Teheodnovski, Gerchon Melintchansky y Leon Bronstein Trotsky (los nombres están escritos aquí tal como figuran en los documentos originales canadienses). A Trotsky se le completó el formulario LB-1 del ejército canadiense, con el número de serie 1098 (incluyendo impresiones digitales), con la siguiente descripción: “37 años de edad, exiliado político, ocupación periodista, nacido en Gromskty, Chuson, Rusia, ciudadano ruso.” El formulario fue firmado por Leon Trotsky y su nombre completo está consignado como Leon Bromstein (sic) Trotsky.
El grupo de Trotsky fue desembarcado del S.S. Kristianiafjord bajo instrucciones oficiales recibidas de Londres por cablegrama del 29 de Marzo de 1917, presumiblemente procedente del Almirantazgo y dirigido al oficial de control naval de Halifax. El cablegrama informaba que el grupo de Trotsky se hallaba sobre el "Christianiafjord" (sic) y debería ser “desembarcado y retenido a la espera de instrucciones”. Las razones que se le dan al oficial de control naval de Halifax fueron que “estos son socialistas rusos que han partido para iniciar una revolución contra el actual gobierno ruso, para lo cual se ha informado que Trotsky posee 10.000 dólares suscriptos por socialistas y alemanes.”
El 1 de Abril de 1917, el oficial de control naval, Capitán O.M. Makins envió un memorandum confidencial al oficial general comandante de Halifax, a los efectos de informarle que había “examinado todos los pasajeros rusos” a bordo del S.S. Kristianiafjord y había encontrado a cinco hombres en la sección de segunda clase: “Son todos socialistas confirmados y, si bien profesan un deseo de ayudar al nuevo gobierno ruso, pueden muy bien estar coligados con socialistas alemanes de América y es muy probable que representen un gran obstáculo para el actual gobierno en Rusia.” El Capitán Makins agrega que procederá a desembarcar el grupo, así como a la esposa de Trotsky y a sus dos hijos, e internarlos en Halifax. Una copia de este informe le fue enviada desde Halifax al jefe del Estado Mayor General en Ottawa, el 2 de Abril de 1917.
El siguiente documento en los archivos canadienses lleva la fecha del 7 de Abril, y es del jefe del Estado Mayor General en Ottawa dirigido al director de las operaciones de internación. Acusa recibo de una carta anterior (que no está en los archivos) sobre la internación de socialistas rusos en Amherst, Nova Scotia: “... en relación con esto, debo informarle que se ha recibido ayer un largo telegrama del Cónsul General ruso, MONTREAL, protestando contra el arresto de estas personas puesto que estaban en posesión de pasaportes emitidos por el Cónsul General ruso de NUEVA YORK, USA.”
La respuesta a este telegrama de Montreal fue a los efectos de aclarar que las mencionadas personas habían sido internadas “bajo sospecha de ser alemanes”, y serían liberadas sólo después de haberse comprobado fehacientemente su nacionalidad y su lealtad para con los Aliados. En los archivos canadienses no hay telegramas del cónsul general ruso en Nueva York y es sabido que esa oficina era renuente a emitir pasaportes a exiliados políticos rusos. No obstante, hay un telegrama en los archivos procedente de un abogado de Nueva York, N. Aleinikoff, dirigido a R. M. Coulter, por entonces vicedirector general de correos de Canada. La oficina del director general de correos no tenía conexión alguna, ni con el internamiento de prisioneros de guerra, ni con actividades militares. De acuerdo con ello, la naturaleza de este telegrama es de la índole de una intervención personal no oficial. Dice lo siguiente:
DR. R. M. COULTER, Dirección General de Correos, OTTAWA Exiliados políticos rusos en regreso a Rusia detenidos en Halifax internados en el campo de Amherst. Tenga a bien investigar e informar causa de detención y nombres de todos los detenidos. Confío en que como campeón de la libertad intercederá en su favor. (...) NICHOLAS ALEINIKOFF
El 11 de Abril, Coulter cablegrafió a Aleinikoff: “Telegrama recibido. Le escribo esta tarde. Debería recibirlo mañana por la tarde. R.M.Coulter”. Este telegrama fue enviado por el Pacific Railway Telegraph canadiense pero con costo a cargo del Departamento de la Oficina de Correos canadiense. Normalmente, un telegrama de negocios privado hubiera tenido el costo a cargo del destinatario y el mencionado no era un documento oficial. La subsiguiente carta de Coulter a Aleinikoff es interesante porque, después de confirmar que el grupo de Trotsky estaba siendo mantenido en Amherst, afirma que los detenidos estaba siendo sospechados de realizar propaganda en contra del gobierno ruso de ese momento y “se supone que son agentes de Alemania”. Coulter luego agrega: “... no son lo que representan ser”; el grupo de Trotsky “... no ha sido detenido por Canadá sino por las autoridades imperiales”. Después de asegurarle a Aleinikoff que se les brindarían comodidades a los detenidos, Coulter agrega que cualquier información “en su favor” sería transmitida a las autoridades militares. La impresión general de la carta es que, si bien Coulter simpatiza con Trotsky y es completamente consciente de los vínculos pro-alemanes de éste, no desea verse involucrado en el asunto. El 11 de Abril Arthur Wolf, domiciliado en 134 de East Broadway, Nueva York, le envió un telegrama a Coulter. A pesar de haber sido enviado desde Nueva York, también el costo de este telegrama fue cargado a la cuenta del Departamento de la Oficina de Correos canadiense.
Las reacciones de Coulter, no obstante, reflejan más que una puntual simpatía, evidente en su carta a Aleinikoff. Las cartas deben ser consideradas bajo la luz del hecho que las misivas en favor de Trotsky provenían de dos norteamericanos residentes en Nueva York e involucraban cuestiones militares canadienses o imperiales de importancia internacional. Más allá de eso, Coulter, en su condición de vice-jefe general de correos, era un empleado público de cierta importancia. ¡Reflexiónese un momento sobre lo que sucedería si alguien interviniese de un modo similar en los asuntos de los Estados Unidos! En el caso de Trotsky tenemos dos residentes norteamericanos manteniendo correspondencia con un vice-jefe general de correos a los efectos de intervenir a favor de un revolucionario ruso internado.
La actuación subsiguiente de Coulter también sugiere algo más que una intervención casual. Después de acusar recibo de los telegramas de Aleinikoff y de Wolf, Coulter le escribió al Mayor General Willoughby Gwatkin del Departamento de Milicia y Defensa en Ottawa – un hombre de significativa influencia en el ámbito militar canadiense – y le adjuntó copia de los telegramas de Aleinikoff y Wolf:
Estas personas fueron hostiles a Rusia debido al modo en que se trataba allí a los judíos y ahora, por lo que sé, están fuertemente a favor de la actual administración. Ambos son personas responsables. Ambos son hombres de buena reputación y le envío sus telegramas por lo que puedan valer y para que Usted los presente a las autoridades inglesas si lo estima conveniente.
Obviamente Coulter sabe – o sugiere que sabe – una gran cantidad de cosas sobre Aleinikoff y Wolf. Su carta fue, en efecto, una referencia a la honorabilidad de ambos y apuntó a la raíz del problema de la internación: Londres. Gwatkin era bien conocido en Londres y, de hecho, se hallaba en Canadá en calidad de préstamo por parte del War Office londinense. {[17]}
Posteriormente, Aleinikoff le envía una carta a Coulter para agradecerle
muy calurosamente por el interés que Usted se ha tomado en el destino de los exiliados políticos rusos ... Usted me conoce, estimado Dr. Coulter, y también sabe de mi devoción a la causa de la libertad rusa ... Por fortuna, conozco al Sr. Trotsky, al Sr. Melnichahnsky y al Sr. Chudnowsky ... íntimamente.
Podríamos apuntar como nota al margen que, si Aleinikoff conocía a Trotsky “íntimamente”, entonces también es probable que fuera consciente de que Trotsky había declarado su intención de regresar a Rusia para derrocar al Gobierno Provisional e instaurar la “re-revolución”. Tras recibir la carta de Aleinikoff, Coulter inmediatamente (el 16 de Abril) la reenvió al Mayor General Gwatkin, agregando que había conocido a Aleinikoff  “en conexión con asuntos departamentales concernientes a documentos de los Estados Unidos en idioma ruso” y que Aleinikoff estaba trabajando “sobre los mismos lineamientos que el Sr. Wolf ... quien había sido un prisionero escapado de Siberia”.
Vicealmirante C. E. Kingsmill

Previo a eso, el 14 de Abril Gwatkin envió un memorandum a su contraparte naval en el Comité Militar Interdepartamental de Canadá repitiendo que los internados eran socialistas rusos con “10.000 dólares suscriptos por socialistas y alemanes.” El párrafo final afirmaba: “Por el otro lado están quienes declaran que se ha cometido un acto de injusticia por parte de altas autoridades.” Luego, el 16 de Abril, el vicealmirante C. E. Kingsmill, director del Naval Service, tomó la intervención de Gwatkin al pié de la letra. En una carta dirigida al Capitán Makins, el oficial de control naval en Halifax, el vicealmirante manifiesta: “Las autoridades de la Milicia solicitan que se acelere la decisión sobre su estado (es decir: el de los seis rusos)”. Una copia de esta instrucción le fue enviada a Gwatkin quien, a su vez, se la reenvió a Coulter. Tres días más tarde Gwatkin ejerce presión. En un memorandum del 20 de Abril al secretario naval, escribió: “¿Puede usted decir, por favor, si la Oficina de Control Naval ha tomado, o no, una decisión?”
El mismo día (20 de Abril) el capitán Makins le escribe al almirante Kinkgsmill explicando las razones por las cuales ha hecho desembarcar a Trotsky. Se niega a ser presionado a tomar una decisión, afirmando: “Cablegrafiaré al Almirantazgo informándoles que las autoridades de la Milicia están requiriendo una pronta decisión sobre la materia”. Sin embargo, al día siguiente Gwatkin le escribe a Coulter: “Nuestros amigos, los socialistas rusos, han de ser liberados; y se están haciendo arreglos para su pasaje a Europa.” La orden dirigida a Makin para liberar a Trotsky provino del Almirantazgo en Londres. Coulter acusó recibo de la información “que agradará inmensamente a nuestros interlocutores en Nueva York”.
Mientras, por un lado, podemos concluir que Coulter y Gwatkin estaban intensamente interesados en la liberación de Trotsky, por el otro lado no sabemos por qué. Había poco en la carrera del vice-jefe general de correos Coulter o del mayor general Gwatkin que explicase una urgencia en la liberación del menchevique Leon Trotsky.
El Dr. Robert Miller Coulter era un doctor en medicina, de ascendencia escocesa e irlandesa; un liberal, un francmasón y un Odd Fellow. Fue designado vice-jefe general de correos de Canadá en 1897. Su única aspiración a la fama derivaba de haber sido delegado a la Convención de la Unión Postal Universal en 1906 y delegado por Nueva Zelanda y Australia en 1908 para el proyecto “All Red” (“Todo Rojo”). “All Red” no tenía nada que ver con revolucionarios rojos; fue sólo un plan para barcos a vapor rápidos “all-red” o “íntegramente británicos” entre Gran Bretaña, Canadá y Australia.
El mayor general Willoughby Gwatkin provenía de una larga tradición militar británica (Cambrige y luego Staff College). Un especialista en movilización, sirvió en Canadá entre 1905 y 1918. Tomando en cuenta solamente los documentos existentes en los archivos canadienses, no podemos sino concluir que las intervenciones de estas dos personas a favor de Trotsky constituyen un misterio.

LA INTELIGENCIA MILITAR CANADIENSE ESTUDIA A TROTSKY
J.B. McLean (izq) con H.Hunter.

Podemos aproximarnos a la liberación de Trotsky desde otro ángulo: la inteligencia militar canadiense. El teniente coronel John Bayne MacLean, un prominente publicista y hombre de negocios canadiense, fundador y presidente de la MacLean Publishing Company, en Toronto, operaba numerosos diarios de negocios, incluyendo al Financial Post. Además, McLean tenía también una asociación de larga data con la inteligencia militar canadiense. {[18]}
En 1918 MacLean escribió para su propia revista MacLean’s, un artículo titulado “¿Por Qué Dejamos Ir a Trotsky? Cómo Canadá Perdió Una oportunidad Para Acortar la Guerra” {[19]} El artículo contiene información detallada y poco usual sobre Leon Trotsky, aunque su segunda mitad se va por las nubes subrayando cuestiones que poco y nada tienen que ver con el asunto. En cuanto a la autenticidad de la información, tenemos dos claves. En primer lugar MacLean era un hombre íntegro, con excelentes conexiones en la inteligencia estatal canadiense. En segundo lugar, documentos que en el ínterin han sido liberados por Canadá, Gran Bretaña y los Estados Unidos, confirman las afirmaciones de MacLean en un grado significativo. Algunas de las cosas dichas por MacLean todavía deben ser confirmadas, pero la información disponible a principios de 1970 no es necesariamente inconsistente con el artículo del coronel MacLean.
El argumento inicial de MacLean es que “algunos políticos y funcionarios canadienses fueron los principales responsables por la prolongación de la guerra (la Primera Guerra Mundial), por la gran pérdida de vidas, las heridas y los sufrimientos del invierno de 1917 y las grandes operaciones de 1918.”
Más allá de ello, afirma MacLean, estas personas estaban haciendo (en 1919) todo lo posible para impedir que el Parlamento y el pueblo canadienses conocieran los hechos relacionados. Los informes oficiales, incluyendo los de Sir Douglas Haig, demuestran que, de no ser por el quiebre de 1917, la guerra hubiera terminado más de un año antes y que “el principal responsable por la defección de Rusia fue Trotsky ... actuando bajo instrucciones alemanas.”
¿Quién era Trostky? Según MacLean, Trotsky no era ruso sino alemán. Por más extraña que parezca esta afirmación, coincide con otras piezas sueltas de información de inteligencia, a saber: que Trotsky hablaba el alemán mejor que el ruso y que era el ejecutivo ruso de la “Agrupación Negra” (“Black Bund”) alemana. De acuerdo con MacLean, Trotsky había sido “ostentosamente” expulsado de Berlin en Agosto de 1914 {[20]} y finalmente arribó a los Estados Unidos en dónde organizó a revolucionarios rusos como así también a revolucionarios del Oeste de Canadá, quienes “en gran medida eran alemanes y austríacos viajando como rusos.” MacLean continúa:
Originalmente los británicos descubrieron a través de asociados rusos que Kerensky {[21]}, Lenin y algunos líderes menores estaban prácticamente a sueldo de los alemanes ya en una fecha tan temprana como 1915 y averiguaron en 1916 las conexiones con Trotsky que entonces estaba viviendo en Nueva York. Desde ese momento, Trotsky fue estrechamente vigilado por ... el escuadrón antiexplosivos (Bomb Squad). A principios de 1916 un funcionario alemán se embarcó hacia Nueva York. Oficiales de la inteligencia británica lo siguieron. Al alemán lo demoraron en Halifax pero, por instrucción de los británicos, lo dejaron seguir después de amplias disculpas por la necesaria demora. Después de mucho maniobrar, llegó a una pequeña y sucia oficina periodística en los barrios bajos y encontró a Trotsky para quien traía importantes instrucciones. Desde Junio de 1916 hasta que se lo pasaron a los británicos, el escuadrón antiexplosivos de Nueva York nunca perdió el contacto con Trotsky. Descubrieron que su verdadero nombre era Braunstein y que era alemán y no ruso. {[22]}
Semejante actividad alemana en países neutrales resulta confirmada por un informe del Departamento de Estado (316-9-764-9) que describe la organización de los refugiados rusos con propósitos revolucionarios.
Continuando, MacLean afirma que Trotsky y cuatro asociados se embarcaron en el "S.S. Christiania" (sic), y el 3 de Abril estuvieron ante el "Captain Making" (sic) siendo desembarcados en Halifax bajo la dirección del teniente Jones. (De hecho, un grupo de nueve personas, incluyendo seis hombres, fueron desembarcados del S.S. Kristianiafjord. El nombre del oficial de control naval en Halifax era Capitán O. M. Makins, R.N. El nombre del oficial que bajó al grupo de Trotsky del barco no figura en los documentos canadienses; Trotsky dijo que era “Machen”.) De nuevo, según MacLean, el dinero de Trotsky provenía “de fuentes alemanas en Nueva York”. Y también:
en general, la explicación que se ofrece es que la liberación tuvo lugar a pedido de Kerensky pero, meses antes de eso, oficiales británicos y un canadiense de servicio en Rusia y que hablaba el idioma ruso, informaron a Londres y a Washington que Kerensky estaba al servicio de los alemanes. {[23]}
Trotsky fue liberado “a pedido de la embajada británica en Washington ... (la cual) actuó a pedido del Departamento de Estado norteamericano que, a su vez, actuaba para alguien más”. Los funcionarios canadienses “recibieron instrucciones de informar a la prensa que Trotsky era un ciudadano norteamericano viajando con un pasaporte norteamericano y que su liberación fue especialmente exigida por el Departamento de Estado en Washington”. Más aún, escribe MacLean, en Ottawa “Trotsky tenía, y sigue teniendo, una fuerte influencia subterránea. Su poder fue tan grande allí que se libraron órdenes en el sentido de que deberían brindársele todas las consideraciones posibles”.
El tema del informe de MacLean es, de modo bastante evidente, que Trotsky tenía relaciones íntimas con, y probablemente trabajaba para, el Estado Mayor alemán. Mientras relaciones de esa índole han quedado establecidas para Lenin – hasta el punto en que recibió subsidios y su regreso a Rusia fue facilitado por los alemanes – parece ser cierto que Trotsky fue asistido de un modo similar. Los 10.000 dólares que Trotsky traía de Nueva York provenían de fuentes alemanas y un documento recientemente liberado en los archivos del Departamento de Estado norteamericano dice lo siguiente:
Marzo 9, 1918 a: Consul Americano, Valdivostok de Polk, Secretario de Estado Actuante, Washington D.C.
Para vuestra información confidencial y pronta atención: lo siguiente es la esencia del mensaje del 12 de Enero de von Schanz del Banco Imperial Alemán a Trotsky, cito: el banco imperial accede apropiación del crédito de personal general de cinco millones de rublos a efectos de enviar asistente jefe comisionado naval Kudrisheff a Lejano Oriente. 
Este mensaje sugiere algún vínculo entre Trotsky y los alemanes en Enero de 1918, un tiempo en el cual Trotsky estaba proponiendo una alianza con Occidente. El Departamento de Estado no indica la procedencia del telegrama, sólo que su origen es el “War College Staff”. El Departamento de Estado de hecho trató al mensaje como auténtico y actuó sobre la base de su asumida autenticidad. Y es consistente con la temática general del artículo del Coronel MacLean.

LAS INTENCIONES Y LOS OBJETIVOS DE TROTSKY
En consecuencia, podemos inferir la siguiente secuencia de acontecimientos: Trotsky viajó de Nueva York a Petrogrado con un pasaporte emitido gracias a la intervención de Woodrow Wilson y con la declarada intención de “llevar adelante” la revolución. El gobierno británico fue el promotor inmediato de la liberación de Trotsky de la custodia canadiense en Abril de 1917, pero pueden muy bien haber habido “presiones”. Lincoln Steffens, un comunista norteamericano, actuó como vínculo entre Wilson y Charles R. Crane y también entre Crane y Trotsky. Más allá de ello, si bien Crane no ocupaba ningún puesto oficial, su hijo era el asistente confidencial del Secretario de Estado Robert Lansing y Crane padre tenía a disposición informes actualizados y detallados sobre el progreso de la revolución bolchevique. Más aún, el embajador William Dodd (embajador norteamericano en Alemania durante la era de Hitler) dijo que Crane tuvo un papel activo en la fase de la revolución que presidió Kerensky. Las cartas de Steffens confirman que Crane consideraba a la fase Kerensky solamente como un paso hacia una revolución que proseguía.
La cuestión interesante, sin embargo, no es tanto la comunicación entre personas tan disímiles como Crane, Steffens, Trotsky y Woodrow Wilson sino la existencia de al menos cierta medida de consenso en cuanto al procedimiento a seguir – esto es: al Gobierno Provisional se lo consideraba “provisional” y la “re-revolución” era lo que estaba por venir.
Del otro lado de la moneda, una interpretación de las intenciones de Trotsky debería hacerse con cautela: el hombre era amigo de partidas dobles. La documentación oficial claramente demuestra acciones contradictorias. Por ejemplo, la División de Asuntos del Lejano Oriente del Departamento de Estado norteamericano recibió el 23 de Marzo de 1918 dos informes relacionados con Trostky; ambos son inconsistentes entre si. Uno de ellos, fechado el 20 de Marzo en Moscú, tiene su origen en el diario ruso Russkoe Slovo. El infome cita una entrevista con Trotsky en la cual afirma que una alianza con los Estados Unidos es imposible:
La Rusia de los Soviets no puede alinearse ... con la América capitalista porque esto sería una traición. Es posible que los norteamericanos busquen tal acercamiento con nosotros, impulsados por su antagonismo hacia Japón, pero en cualquier caso no puede haber una cuestión de alianza de ninguna naturaleza entre nosotros con una nación burguesa. {[24]}
El otro informe, también originado en Moscú, es un mensaje fechado el 17 de Marzo de 1918 – vale decir, tres días antes – y proviene del embajador Francis: “Trotsky requiere cinco oficiales norteamericanos como inspectores del ejército ahora bajo organización para defensa y requiere también personal ferroviario operativo y equipamiento.” {[25]}
Esta solicitud a los EE.UU. es, por supuesto, inconsistente con el rechazo de una “alianza”.
Antes de dejar a Trotsky, debemos hacer alguna mención a los juicios stalinistas escenificados de los 1930 y, en particular, a las acusaciones de 1938 y el juicio al “Bloque antisoviético de derechistas y trotskystas”. Estas forzadas parodias de proceso judicial, casi unánimemente rechazadas en Occidente, pueden arrojar alguna luz sobre las intenciones de Trotsky.
El núcelo central de la acusación stalinista fue que los trotskystas eran agentes pagados por la internacional capitalista. K. G. Rakovsky, uno de los acusados en 1938, dijo, o fue inducido a decir: “Éramos la vanguardia de la agresión extranjera, del fascismo internacional, y no solamente en la URSS sino también en España, China y a lo largo del mundo.”  El resumen de la “corte” contiene la afirmación: “No existe un solo hombre en el mundo que haya traído tanta pena y desgracia al pueblo como Trotsky. Es el agente más vil del fascismo .... {[26]}
Ahora bien, es posible que éstos no sean más que insultos verbales rutinariamente intercambiados entre los comunistas internacionales de los años 1930 y ’40. Pero también es notable cómo las pistas subyacentes a la auto-acusación son consistentes con la evidencia presentada en este capítulo. Y más allá de ello, como veremos más adelante, Trotsky fue capaz de generar apoyos entre capitalistas internacionales quienes, incidentalmente, también apoyaron a Mussolini y a Hitler. {[27]}
Mientras consideremos a todos los revolucionarios internacionales y a todos los capitalistas internacionales como enemigos implacables entre si, estaremos perdiendo de vista un hecho crucial: que ciertamente ha habido alguna cooperación operativa entre capitalistas internacionales y revolucionarios, incluyendo a fascistas. Y no hay ninguna razón a priori por la cual debamos descartar a Trotsky como formando parte de esta alianza.
Esta revisión tentativa y limitada quedará detalladamente iluminada cuando revisemos la historia de Michael Gruzenberg, el principal agente bolchevique en Escandinavia quien, bajo el alias de Alexander Gumberg, también fue asesor confidencial del Chase National Bank de Nueva York y más tarde del Floyd Odium de la Atlas Corporation. Este rol dual fue conocido y aceptado tanto por los soviets como por sus empleadores norteamericanos. La historia de Gruzenberg es un caso histórico ejemplar de la revolución internacional aliada con el capitalismo internacional.
Las observaciones del coronel MacLean en cuanto que Trotsky tenía “una fuerte influencia subterránea” y que “su poder fue tan grande que se libraron órdenes en el sentido de que deberían brindársele todas las consideraciones posibles” no son para nada inconsistentes con la intervención de Coulter y Gwatkin a favor del detenido. Ni tampoco, si vamos al caso, con las posteriores acusaciones stalinistas en los juicios escenificados durante los años 1930. Por el otro lado, el único vínculo directo conocido entre Trotsky y la banca internacional es a través de su primo Abram Givatovzo, quien era un banquero privado en Kiev antes de la revolución rusa y en Estocolmo después de la revolución. Si bien Givatovzo se declaraba antibolchevique, de hecho actuó a favor de los soviets en 1918 con transacciones en divisas.
¿Es posible tejer una red internacional a partir de estos hechos? Por de pronto, allí está Trotzky, un revolucionario internacional ruso con conexiones alemanas quien recibe la asistencia de dos supuestos partidarios del gobierno del Príncipe Lvov en Rusia (Aleinikoff y Wolff, residentes en Nueva York). Estos dos encienden la acción de un funcionario liberal de correos canadiense quien a su vez intercede ante un prominente militar británico cumpliendo servicio en Canada. Todos estos son vínculos verificables.
En resumen, los compromisos pueden no ser siempre tales como se los describe, ni como parecen ser. Sin embargo, podemos deducir que Trotsky, Aleinikoff, Wolf, Coulter, y Gwatkin, acuando en pos de un limitado objetivo común, también poseían alguna finalidad superior a las lealtades nacionales o a las etiquetas políticas. Habrá que enfatizar que no existe una prueba absoluta de que esto sea así. Por el momento, es tan sólo una suposición lógica derivada de los hechos.  Una lealtad superior a la forjada por un objetivo inmediato común no necesariamente tiene que haber sido más que la emanada de la amistad; si bien esto exige demasiado de nuestra imaginación considerando lo políglota de la combinación. Puede haber sido promovida también por otros motivos. El cuadro está todavía incompleto.

Capítulo 3
LENIN Y LA ASISTENCIA ALEMANA EN LA REVOLUCIÓN BOLCHEVIQUE

No fue hasta que los bolcheviques recibieron de nosotros un flujo constante de fondos por varios canales y bajo varios conceptos que estuvieron en posición de armar su órgano principal, el Pravda, llevar a cabo propaganda enérgica y extender en forma apreciable la estrecha base de su partido.
Von Kühlmann, ministro de asuntos exteriores, al Kaiser, 3 de Diciembre de 1917.

En Abril de 1917, Lenin y un grupo de 32 revolucionarios rusos, mayormente bolcheviques, viajaron por tren desde Suiza, cruzando Alemania y vía Suecia llegaron a Petrogrado, en Rusia. Iban en camino a reunirse con Leon Trotsky para “completar la revolución”. Su tránsito por Alemania fue aprobado, facilitado y financiado por el Estado Mayor General alemán. El viaje de Lenin a Rusia fue parte de un plan aprobado por el Comando Supremo alemán, aparentemente sin conocimiento inmediato del Kaiser, para promover la desintegración del ejército ruso y eliminar así a Rusia de la Primera Guerra Mundial. La posibilidad de que los bolcheviques pudiesen volverse contra Alemania y Europa fue algo que no se le ocurrió al Estado Mayor General alemán. “No supimos, ni previmos, el peligro al que se expondría la humanidad como consecuencia de este tránsito de los bolcheviques a Rusia.” {[1]}
Bethmann-Hollweg

En el más alto nivel, el funcionario político alemán que aprobó el viaje de Lenin a Rusia fue el canciller Theobald von Bethmann-Hollweg, un descendiente de la familia de banqueros Bethmann de Frankfurt que llego a tener una gran prosperidad durante el Siglo XIX. Bethmann-Hollweg fue designado canciller en 1909 y, en Noviembre de 1913, se convirtió en el blanco del primer voto de censura jamás emitido por el Reichstag alemán en contra de un canciller. Fue Bethmann-Hollweg el que, en 1914, le dijo al mundo que la garantía alemana a Bélgica no era más que un “pedazo de papel”. Sin embargo, en otras cuestiones bélicas – tales como la utilización irrestricta de la guerra submarina - Bethmann-Hollweg se mantuvo ambivalente. En enero de 1917 le dijo al Kaiser “No puedo darle a Vuestra Majestad ni mi consentimiento ni mi rechazo a la guerra submarina irrestricta.” Hacia 1917 Bethmann-Hollweg había perdido el apoyo del Reichstag y renunció – pero no antes de aprobar el tránsito de los revolucionarios bolcheviques a Rusia. Sus instrucciones al respecto pasaron por el secretario de estado Arthur Zimmermann – quien estaba inmediatamente debajo de Bethmann-Hollweg y quien manejaba los detalles operacionales del día a día tanto con los ministros en Berna como en Copenhaguen – y terminaron en manos del ministro alemán en Berna a principios de Abril de 1917. El Kaiser mismo no tuvo conocimiento del movimiento de revolucionarios hasta después de que Lenin ya había pasado a Rusia.
Mientras Lenin, por su parte, tampoco conocía la fuente precisa de la asistencia, ciertamente sabía que el gobierno alemán estaba proveyendo algunos fondos. No obstante, existieron vínculos intermedios entre el ministerio del exterior alemán y Lenin tal como lo demuestra el siguiente cuadro:
TRASLADO DE LENIN A RUSIA EN ABRIL DE 1917
Decisión finalBETHMANN-HOLLWEG
(Canciller)
Intermediario IARTHUR ZIMMERMANN
(Secretario de Estado)
Intermediario IIBROCKDORFF-RANTZAU
(Ministro alemán en Copenhagen)
Intermediario IIIALEXANDER ISRAEL HELPHAND
(alias PARVUS)
Intermediario IVJACOB FURSTENBERG (alias GANETSKY)
LENIN, en Suiza

Alexander Israel Helphand (Parvus)

Desde Berlín, Zimmerman y Bethmann-Hollweg se comunicaban con el ministro alemán en Copenhagen Brockdorff-Rantzau. A su vez, éste se hallaba en contacto con Alexander Israel Helphand (más conocido por su alias de Parvus) quien también se hallaba en Copenhagen {[2]}. Por su parte, Parvus era la conexión a Jacob Furstenberg, un polaco descendiente de una familia adinerada pero mejor conocido por su alias de Ganetzky. Y Jacob Furstenberg era el vínculo directo a Lenin.
Si bien el canciller Bethmann-Hollweg representaba la autoridad final para la transferencia de Lenin, y a pesar de que Lenin era probablemente consciente de los orígenes alemanes de la asistencia, Lenin no puede ser designado como un agente alemán. El Ministerio de Relaciones Exteriores alemán evaluó las probables acciones de Lenin en Rusia como consistentes con sus propios objetivos de disolver la estructura de poder existente en Rusia. No obstante, ambas partes tenían también objetivos ocultos: Alemania aspiraba a tener acceso a los mercados rusos después de la guerra y Lenin se proponía instaurar una dictadura marxista.
La idea de utilizar revolucionarios rusos para esto puede ser rastreada hacia atrás, hasta 1915. El 14 de Agosto de dicho año Brockdorff-Rantzau le escribió al subsecretario de Estado alemán acerca de una conversación sostenida con Helphand (Parvus) haciendo una fuerte recomendación para emplear a Helphand, “un hombre extraordinario e importante cuyos poderes inusuales estimo que debemos emplear por lo que dure la guerra...” {[3]}. El informe incluía una advertencia: “Quizás pueda ser riesgoso querer utilizar los poderes que se alinean detrás de Helphand, pero ciertamente sería admitir nuestra propia debilidad si rechazásemos la utilización de sus servicios por miedo a no ser capaces de dirigirlos.” {[4]}
Las ideas de Brockdorff-Rantzau sobre dirigir o controlar a los revolucionarios resultan paralelas, como veremos, a las de los financistas de Wall Street. Tanto J.P.Morgan como la American International Corporation intentaron también controlar en los Estados Unidos a los revolucionarios vernáculos y extranjeros en beneficio propio.
Un documento adicional {[5]} delineó los términos demandados por Lenin. El más interesante de los mismos es el punto número siete según en cual se le permitirá a “tropas rusas ingresar a la India”. Esto sugiere que Lenín pensaba continuar el programa de expansión zarista.  Zeman también consigna el papel de Max Warburg en el establecimiento de una casa editorial rusa y advierte sobre un acuerdo fechado el 12 de Agosto de 1916 según el cual el industrial alemán Stinnes acordó contribuir con 2 millones de rublos en la financiación de una casa editorial en Rusia. {[6]}
Consecuentemente, el 16 de Abril de 1917 un tren cargado con 32 personas, incluyendo a Lenin, su esposa Nadezhda Krupskaya, Grigori Zinoviev, Sokolnikov, y Karl Radek abandonó la estación central de Berna en ruta hacia Estocolmo. Cuando la partida llegó a la frontera rusa sólo a Fritz Plattan y a Radek se les denegó el permiso de entrada a Rusia; el resto de la partida recibió permiso de ingreso. Varios meses más tarde fueron seguidos por casi 200 mencheviques, incluyendo a Martov y a Axelrod.
Es de notar que, por el mismo tiempo, también Trotsky tenía fondos rastreables hasta fuentes alemanas. Más allá de ello, Kuhlmann alude a la incapacidad que tuvo de Lenin de ensanchar la base de su partido bolchevique hasta que los alemanes le proveyeron de fondos. Trotsky era un menchevique que se volvió bolchevique recién en 1917. Esto sugiere que los fondos alemanes quizás estuvieron relacionados con el cambio de etiqueta partidaria por parte de Trostsky.

LOS DOCUMENTOS DE EDGAR SISSON
A principios de 1918, Edgar Sisson, el representante en Petrogrado del Comité de Información Pública de los EE.UU. compró un conjunto de documentos que pretendían demostrar que Trotsky, Lenin y los demás revolucionarios bolcheviques no sólo estaban siendo pagados por Alemania sino que, además, eran agentes del gobierno alemán.
Estos documentos, más tarde designados como los “Documentos Sisson” (“Sisson Documents”) fueron rápida y secretamente enviados a los EE.UU. En Washington D.C. fueron remitidos, a los efectos de su autenticación, al Consejo Nacional de Servicios Históricos (National Board for Historical Service). Dos prominentes historiadores –Franklin Jameson y Samuel N. Harper – testimoniaron que eran genuinos. Estos historiadores dividieron los documentos de Sisson en tres grupos. En cuanto a los documentos del Grupo I concluyeron:
“Los hemos sometido con sumo cuidado a todos los tests aplicables al caso y usuales para los estudiantes de Historia y ... sobre la base de estas investigaciones, no dudamos en declarar que no vemos razón alguna para dudar de la autenticidad de estos cincuenta y tres documentos”. {[7]}
Los historiadores demostraron tener menos confianza respecto del material del Grupo II. Este grupo no fue rechazado como una evidente falsificación, pero se sugirió que se trataba de copias de documentos originales. Si bien los historiadores no emitieron una “declaración de confiabilidad” sobre el Grupo III, tampoco se mostraron dispuestos a rechazarlos como falsificaciones manifiestas.
Los Documentos Sisson fueron publicados por el Comité de Información Pública cuyo presidente era George Creel quien había sido un contribuyente a la publicación pro-bolchevique Masses (Masas). La prensa norteamericana, en general, aceptó los documentos como auténticos. La excepción notable fue el New York Evening Post que, por aquél tiempo, era de propiedad de Thomas W. Lamont, un socio en la firma Morgan. Apenas publicadas unas escasas porciones de los documentos, el Post cuestionó la autenticidad de la totalidad de los mismos. {[8]}
Hoy sabemos que casi todos los Documentos Sisson eran falsificaciones. Sólo una o dos de las circulares alemanas de menor importancia eran auténticas. Hasta un examen casual de los encabezados de las cartas sugiere que los falsificadores fueron excepcionalmente chabacanos, o quizás no pusieron demasiado esmero sabiendo que trabajaban para el crédulo mercado norteamericano. El texto alemán está sembrado de términos que bordean lo ridículo: por ejemplo “Bureu” en lugar de la palabra alemana “Büro”; “Central” para la palabra alemana “Zentrale”, etc.
Que los documentos son falsos es la conclusión de un exhaustivo estudio realizado por George Kennan {[9]} y de estudios hechos en los años 1920 por el gobierno británico. Algunos documentos están basados sobre información auténtica y, como Kennan observa, los falsificadores seguramente tuvieron acceso a alguna buena información confidencial. Por ejemplo, los documentos 1, 54, 61 y 67 mencionan que el banco Nya Banken de Estocolmo sirvió de conducto para los fondos bolcheviques procedentes de Alemania. Este canal está confirmado en fuentes más confiables. Los documentos mencionan a Furstenberg como el banquero intermediario entre alemanes y bolcheviques, y el nombre de este Furstenberg aparece también en otros documentos auténticos. El documento 54 de Sisson menciona a Olof Aschberg y éste, según sus propias declaraciones, fue el “banquero de los bolcheviques”. En 1917, Ashberg era el director de Nya Banken. Otros documentos de la serie Sisson contienen listas de nombres e instituciones tales como el Naptha-Industrial Bank alemán, el Disconto Gesellschaft, y a Max Warburg, el banquero de Hamburgo pero es difícil encontrar pruebas concretas. En general, los Documentos Sisson, aún siendo manifiestas falsificaciones por si mismas, están sin embargo basados parcialmente sobre información genéricamente auténtica.
Un aspecto realmente extraño, a la luz de la historia que relatamos en este libro, es que los documentos llegaron a las manos de Edgar Sisson provenientes de Alexander Gumberg (alias Berg,  cuyo verdadero nombre era Michael Gruzenberg), el agente bolchevique en Escandinavia y quien más tarde fuera asistente confidencial del Chase National Bank y del Floyd Odium de la Atlas Corporation. Por otra parte, los bolcheviques rechazaron terminantemente el material de Sisson. Así lo hizo John Reed, el representante norteamericano perteneciente al Ejecutivo de la Tercera Internacional y cuyo cheque de sueldo provenía de la revista Metropolitan incluida dentro de las propiedades del círculo de intereses de J.P.Morgan {[10]}. Así lo hizo también Thomas Lamont, el socio de Morgan, dueño del New York Evening Post. Hay varias explicaciones posibles para esto. Probablemente las conexiones entre los intereses de Morgan y agentes como John Reed y Alexander Gumberg fueron altamente flexibles. Lo acontecido pudo ser una maniobra para desacreditar a Sisson y a Creel plantándoles documentos falsificados; o quizás Gumberg actuó en provecho propio.
Los Documentos Sisson “prueban” exclusivamente el involucramiento de los alemanes con los bolcheviques. También han sido utilizados para “probar” una conspiración judeo-bolchevique siguiendo la línea de los Protocolos de los Sabios de Sion. En 1918 el gobierno norteamericano quería unir a la opinión pública interna a favor de una impopular guerra contra Alemania y los Documentos Sisson dramáticamente “demostraban” la exclusiva complicidad de Alemania con los bolcheviques. Los documentos también suministraron una cortina de humo para tapar ante el conocimiento público los hechos que se describirán en este libro.

EL FORCEJEO DE GUERRA EN WASHINGTON
Una revisión de los documentos existentes en los archivos del Departamento de Estado norteamericano (State Department Decimal Files) sugiere que tanto el Departamento de Estado como el embajador Francis en Petrogrado estaban bastante bien informados de las intenciones y del desarrollo del movimiento bolchevique. Por ejemplo, en el verano de 1917 el Departamento de Estado quiso detener la salida de los EE.UU. de “personas injuriosas” (es decir: revolucionarios rusos que regresaban a Rusia) pero fue incapaz de conseguirlo porque dichas personas empezaron a portar pasaportes rusos nuevos y también pasaportes norteamericanos. Los preparativos para la Revolución Bolchevique en si misma, fueron bien conocidos por lo menos seis semanas antes de que la misma ocurriera. Un informe en los archivos del Departamento de Estado afirma, en relación con las fuerzas de Kerensky, que es “dudoso que el gobierno ... (pueda) reprimir el estallido.” La desintegración del gobierno de Kerensky fue informada a lo largo de Septiembre y de Octubre así como también los preparativos de los bolcheviques para el golpe de Estado. El gobierno británico le advirtió a los residentes británicos que abandonaran Rusia por lo menos seis semanas antes de la fase bolchevique de la revolución.
El primer informe completo de los sucesos de principios de Noviembre llegó a Washington el 9 de Diciembre de 1917. Este informe describía el bajo perfil de la naturaleza misma de la revolución, mencionaba que el general William V. Judson había hecho una visita autorizada a Trotsky y señalaba la presencia de alemanes en el Smolny – el cuartel general soviético.
Edward M. House

El 28 de Noviembre de 1917 el presidente Woodrow Wilson ordenó no interferir en la Revolución Bolchevique. Esta instrucción fue, aparentemente, una respuesta al pedido de una conferencia aliada por parte del embajador Francis, pedido al cual Gran Bretaña ya había accedido. El Departamento de Estado argumentó que una conferencia como la solicitada no resultaba práctica. Hubo discusiones en Paris entre los aliados y el coronel Edward M. House quien le informó a Woodrow Wilson sobre “largas y frecuentes discusiones sobre Rusia”. Refiriéndose a una de esas conferencias, House afirmó que Inglaterra estaba “pasivamente a favor”, Francia “indiferentemente en contra” e Italia “activamente en contra”. Poco después, Woodrow Wilson aprobó un cable redactado por el Secretario de Estado Robert Lansing que proveía de asistencia financiera al Movimiento Kaledin (12 de Diciembre de 1917). Hubo también rumores que se filtraron en Washington sobre “monárquicos trabajando con bolcheviques y los mismos favorecidos por varios hechos y circunstancias”; sobre que el gobierno del Smolny estaba absolutamente bajo el control del Estado Mayor Alemán; y otros rumores sobre que “la mayoría de ellos (es decir: de los bolcheviques) son de Norteamérica”.
En Diciembre, el general Judson visitó otra vez a Trotsky. Esto se interpretó como un paso hacia el reconocimiento del régimen por parte de los Estados Unidos. Sin embargo, un informe del embajador Francis, de fecha 5 de Febrero de 1918, recomendaba oponerse a dicho reconocimiento. Un memorandum redactado por Basil Miles en Washington argumentó que “deberíamos negociar con todas las autoridades de Rusia, incluyendo a los bolcheviques.” Y el 15 de Febrero de 1918, el Departamento de Estado le cablegrafió al embajador Francis en Petrogrado informándole que “el departamento desea que tome Usted gradualmente un contacto de alguna forma más íntima e informal con las autoridades bolcheviques utilizando canales que eviten cualquier reconocimiento oficial.”
Al día siguiente, el Secretario de Estado Lansing le remitió lo siguiente al embajador francés J. J. Jusserand en Washington: “Es desaconsejable tomar cualquier acción que antagonice en este momento a cualquiera de los varios elementos de la gente que ahora controla el poder en Rusia...” {[11]}
El 20 de Febrero, el embajador Francis cablegrafió a Washington para informar la cercanía del fin del gobierno bolchevique. Dos semanas más tarde, el 7 de Marzo de 1918, Arthur Bullard le informaba al coronel House que dinero alemán estaba subsidiando a los bolcheviques y que este subsidio era más voluminoso de lo que se había supuesto. Arthur Bullard (del Comité Norteamericano de Información Pública) argumentaba. “Tenemos que estar preparados para ayudar a cualquier gobierno nacional honesto. Pero los hombres o el dinero enviado a los actuales gobernantes de Rusia serán usados en contra de los rusos al menos tanto como en contra de los alemanes.” {[12]}
Y a esto siguió otro mensaje de Bullard al coronel House: “Enfáticamente desaconsejo otorgar ayuda material al presente gobierno ruso. En los Soviets elementos siniestros parecen estar ganando el control.”
Pero había muy influyentes fuerzas actuando en contrario. Ya en una fecha tan temprana como el 28 de Noviembre de 1917, el coronel House le había cablegrafiado al presidente Woodrow Wilson desde Paris que se hacía “extremadamente importante” que se “suprimieran” en la prensa norteamericana los comentarios sobre que “Rusia debía ser tratada como un enemigo”. El mes siguiente, William Franklin Sands, secretario del American International Corporation controlado por Morgan y amigo del ya mencionado Basil Miles, envió un memorandum que describía a Lenin y Trotsky como agradables a las masas y urgía a los Estados Unidos a reconocer a Rusia. Hasta el socialista norteamericano Walling se quejó al Departamento de Estado por las actitudes pro-soviéticas de George Steel (del Comité Norteamericano de Información pública), de Herbert Swope, y de William Boyce Thompson (del Banco de la Reserva Federal de Nueva York). 
El 17 de Diciembre de 1917 apareció en un diario de Moscú un ataque contra el coronel Raymond Robins y contra Thompson, ambos de la Cruz Roja, afirmando la existencia de un vínculo entre la revolución rusa y banqueros norteamericanos:
¿Por qué están tan interesados en la Ilustración? ¿Por qué se le dio el dinero a los revolucionarios socialistas y no a los demócratas constitucionales? Se supondría que estos últimos se hallan más cerca y son más caros al corazón de los banqueros.
El artículo continúa argumentando que esto era porque el capital norteamericano veía en Rusia un mercado a futuro y, por lo tanto, ambicionaba conquistar suelo firme. El dinero le fue dado a los revolucionarios porque:
Los trabajadores relegados y los campesinos confían en los socialrevolucionarios. Al momento en que se transfirió el dinero, los socialrevolucionarios se hallaban en el poder y se suponía que permanecerían controlando a Rusia por algún tiempo.
Otro informe, fechado el 12 de Diciembre de 1917 y relacionado con Raymond Robins detalla “negociaciones con un grupo de banqueros norteamericanos de la Misión de la Cruz Roja Norteamericana”; estando la “negociación” relacionada con un pago de dos millones de dólares. El 22 de Enero de 1918, Robert L. Owen, presidente del Comité de Bancos y Moneda del Senado de los EE.UU., relacionado con los intereses de Wall Street, le envía una carta a Woodrow Wilson recomendándole el reconocimiento de facto de Rusia, el otorgamiento del permiso para el envío de un cargamento de bienes urgentemente necesitados en Rusia, el envío de representantes a Rusia para contrarrestar la influencia alemana, y el establecimiento de un grupo de funcionarios de carrera en Rusia.
Este criterio fue consistentemente apoyado por Raymond Robins en Rusia. Por ejemplo, el 15 de Febrero de 1918 un cable procedente de Robins en Petrogrado dirigido a Davidson de la Cruz Roja de Washington (y para ser retransmitido a William Boyce Thompson) argumentaba que debía darse apoyo a las autoridades bolcheviques por todo el tiempo que fuese posible y que la nueva Rusia revolucionaria se volvería hacia los Estados Unidos cuando “rompiera con el imperialismo alemán”. De acuerdo con Robins, los bolcheviques deseaban la asistencia y la cooperación norteamericanas además de la reorganización ferroviaria, porque “a cambio de una generosa asistencia y asesoramiento técnico en la reorganización del comercio y la industria, Norteamérica podría excluir completamente al comercio alemán al hacerse el balance de la guerra.”
En resumen, el forcejeo en Washington reflejó la lucha entre diplomáticos de la vieja escuela (como el embajador Francis) junto con  funcionarios departamentales oficiales de menor nivel por un lado y, financistas como Robins, Thompson, y Sands con aliados tales como Lansing y Miles en el Departamento de Estado, y el senador Owen en el Congreso por el otro.

WALL STREET Y LA REVOLUCIÓN MUNDIAL

En lo que diferimos ustedes los radicales y nosotros, que sostenemos opiniones opuestas, no es tanto en cuanto a los fines sino en cuanto a los medios; no tanto en lo que deberíamos hacer que suceda sino cómo debería y puede ser hecho que ocurra...
Otto H. Hahn, director de la American International Corp. y socio de Kuhn, Loeb & Co. Hablando ante la Liga por la Democracia Industrial. Nueva York, 30 de Diciembre de 1924.

Antes de la Primera Guerra Mundial, la estructura financiera y comercial de los Estados Unidos se hallaba dominada por dos conglomerados: la Standard Oil, o la empresa de los Rockefeller, y el complejo Morgan de compañías industriales, financieras y de transportes. Las alianzas y trusts de Rockefeller y Morgan dominaban no solamente a Wall Street sino, a través de directorios interrelacionados, a casi todo el tejido económico de los Estados Unidos. {[1]}Los intereses de Rockefeller monopolizaban el petróleo y las industrias aliadas; controlaban el trust del cobre, el trust de las fundiciones y el gigantesco trust del tabaco, con cierta influencia en algunas propiedades de los Morgan tales como la U.S. Steel Corporation así como en cientos de trusts industriales más pequeños, operaciones de servicios públicos e instituciones bancarias. El National City Bank era el mayor de los bancos influenciados por la Standard Oil de Rockefeller pero el control financiero se extendía a la United States Trust Company y al Hanover National Bank así como a las principales aseguradoras de seguros de vida: la Equitable Life y la Mutual of New York.
Las mayores empresas de Morgan estaban en las industrias del acero, la navegación y la energía eléctrica; incluían a la General Electric, el trust del caucho y los ferrocarriles. Al igual que Rockefeller, Morgan controlaba corporaciones financieras: el National Bank of Commerce y el Chase National Bank, la compañía de seguros New York Life Insurance, y la Guaranty Trust Company. Los nombres de J.P. Morgan y la Guaranty Trust Company aparecerán reiteradamente a lo largo de este libro. A principios del Siglo XX, la Guaranty Trust Company estuvo dominada por los intereses de los Harriman. Cuando el iniciador de la dinastía Harriman (Edward Henry) murió en 1909, Morgan y sus asociados compraron parte de la Guaranty Trust así como parte de las compañías de seguros de vida Mutual Life y New York Life. Morgan también se hizo del control de Equitable Life y la Guaranty Trust Company absorbió a seis compañías-trust de menor envergadura. Por lo tanto, al final de la Primer Guerra Mundial, el Guaranty Trust y el Bankers Trust eran, respectivamente, el primero y el segundo de los trusts más grandes de los Estados Unidos, ambos dominados por intereses de los Morgan. {[2]}
Financistas norteamericanos asociados con estos grupos estuvieron involucrados en financiar revoluciones incluso antes de 1917. La intervención de Sullivan & Cromwell, un estudio jurídico de Wall Street, en la controversia del Canal de Panamá está registrada en las sesiones del Congreso de los EE.UU. El episodio está resumido por el congresal Rainey:
Mi acusación es que los representantes de este gobierno (los EE.UU.) hicieron posible la revolución en el Istmo de Panamá. Que, de no haber sido por la interferencia de este gobierno, la ocurrencia de una revolución no hubiera sido posible y sostengo que este gobierno ha violado el Tratado de 1846. Aportaré evidencia para demostrar que la Declaración de Independencia que fue promulgada el 3er. día de Noviembre de 1903 fue preparada justamente aquí, en la Ciudad de Nueva York y llevada allí – preparada en la oficina de Wilson (sic) Nelson Cromwell… {[3]}
El congresal Rainey continuó diciendo que sólo diez o doce de los principales revolucionarios panameños, más “los funcionarios de la Panama Railroad & Steamship Co. – que se hallaban bajo el control de Nelson Cromwell de Nueva York – y los funcionarios del Departamento de Estado” sabían de la inminente revolución. {[4]} El propósito de la misma era el de quitarle a Colombia, de la cual Panamá formaba parte por aquél entonces, de 40 millones de dólares y adquirir el control sobre el Canal de Panamá.
Sun Yat-Sen

El ejemplo mejor documentado de la intervención de Wall Street en una revolución lo constituye la operación de un grupo de Nueva York en la revolución china de 1912 liderada por Sun Yat-sen. Si bien las ganancias finales del grupo siguen siendo inciertas, la intención y el papel del grupo financiero neoyorkino están plenamente documentados, incluyendo las sumas de dinero, la información sobre las sociedades secretas chinas afiliadas y la lista de embarque del armamento a ser adquirido. El grupo de banqueros armado para la revolución de Sun Yat-sen incluyó a Charles B. Hill, un abogado del estudio jurídico de Hunt, Hill & Betts. En 1912 la firma estaba ubicada en el N° 165 de Broadway, Nueva York, pero en 1917 se traslado al 120 de la misma calle (véase el Capítulo 8 por la importancia de esta dirección). Charles B. Hill era director de varias subsidiarias de la Westinghouse, incluyendo Bryant Electric, Perkins Electric Switch, y Westinghouse Lamp — todas afiliadas a Westinghouse Electric cuyas oficinas de Nueva York se hallaban ubicadas en el 120 de Broadway. Charles R. Crane, el organizador de las subsidiarias de Westinghouse en Rusia, tuvo un conocido papel en la primeras dos fases de la Revolución Bolchevique.
El trabajo del grupo Hill en la China de 1910 está registrado en la Hoover Institution, en los documentos de Laurence Boothe {[5]}. Estos documentos contienen más de 110 items, incluyendo cartas intercambiadas entre Sun Yat-sen y los banqueros norteamericanos. A cambio de apoyo financiero, Sun Yat-sen le prometió al grupo Hill concesiones ferroviarias, bancarias y comerciales en la nueva China revolucionaria.
Otro caso de una revolución apoyada por las instituciones financieras de Nueva York fue la de Méjico en 1915-16. Von Rintelen, un agente del espionaje alemán en los Estados Unidos {[6]}, fue acusado durante el juicio al que se lo sometió en Mayo de 1917 en Nueva York de intentar “complicar” a los EE.UU. con Méjico y Japón a los efectos de desviar las municiones que en ese momento fluían hacia los Aliados en Europa {[7]}. El pago de la munición que se envió desde los EE.UU. con destino al revolucionario Pancho Villa se efectuó a través de la Guaranty Trust Company. Sommerfeld, el asesor de von Rintelen, pagó 380.000 dólares – vía Guaranty Trust y Mississippi Valley Trust Company – a la Western Cartridge Company de Alton, Illinois, por munición enviada a El Paso con destino final a Pancho Villa. Esto sucedió a mediados de 1915. El 10 de Enero de 1916, Villa masacró a 17 mineros norteamericanos en Santa Isabel y el 9 de Marzo de 1916 apareció en Columbus, Nueva Méjico, matando a 18 norteamericanos más.
El involucramiento de Wall Street en estas expediciones fronterizas fue el contenido de una carta (del 6 de Octubre de 1916) enviada por el comunista norteamericano Lincoln Steffens al coronel House, un asistente de Woodrow Wilson:
Mi estimado coronel House:
Justo antes de abandonar Nueva York me fue dicho de un modo fidedigno que “Wall Street” ha completado arreglos para otra incursión de bandidos mejicanos en los Estados Unidos: a ser llevado a cabo en el momento apropiado y de modo tan atroz que determinaría las elecciones... {[8]}
Una vez en el poder, el gobierno de Carranza compró armas adicionales en los EE.UU. La American Gun Company firmó contrato por el envío de 5.000 máusers y el War Trade Board emitió una licencia de embarque por 15.000 armas y 15.000.000 de rondas de munición. Fletcher, el embajador norteamericano en Méjico “rechazó de plano el recomendar o permitir el envío de cualquier clase de municiones, rifles, etc. a Carranza {[9]}.” Sin embargo, la intervención del Secretario de Estado Robert Lansing redujo la barrera a una breve demora y “en poco tiempo ... (la American Gun Company) obtendría permiso para hacer el envío y entregarlo” {[10]}
Pancho Villa

Las incursiones en los EE.UU. por parte de las fuerzas de Villa y de Carranza fueron reportadas por el New York Times como la "Texas Revolution" (una suerte de ensayo en seco para la Revolución Bolchevique) y fueron llevadas a cabo conjuntamente por alemanes y bolcheviques. El testimonio de John A. Walls, fiscal de distrito de Brownsville, Texas, en 1919 ante el Comité Fall contiene evidencia documentada del vínculo existente entre intereses bolcheviques en los EE.UU., la actividad alemana, y las fuerzas de Carranza en Méjico {[11]}. Consecuentemente, el gobierno de Carranza, el primero en el mundo en adoptar una Constitución del tipo soviético (redactado por trotskystas), fue un gobierno que contó con el apoyo de Wall Street. La revolución de Carranza probablemente no hubiera tenido éxito sin las municiones norteamericanas y Carranza no se hubiera podido mantener en el poder por el tiempo que pudo hacerlo sin la ayuda norteamericana {[12]}
Una intervención similar en la Revolución Bolchevique rusa en 1917 gira alrededor del banquero sueco e intermediario Olof Aschberg. Lógicamente la historia comienza con préstamos al zarismo pre-revolucionario por grupos bancarios de Wall Street.

BANQUEROS AMERICANOS Y PRÉSTAMOS AL ZARISMO
En Agosto de 1914 Europa fue a la guerra. Bajo el Derecho Internacional, los países neutrales (y los EE.UU. fueron neutrales hasta Abril de 1917) no podían otorgar préstamos a los países beligerantes. Ésta era una cuestión tanto de Derecho como de moralidad.
Cuando la casa Morgan hizo flotar empréstitos de guerra para Gran Bretaña y Francia en 1915, J.P.Morgan argumentó que ésos no eran empréstitos en absoluto sino simplemente medios para facilitar el comercio internacional. Una distinción de esa clase había sido, por cierto, elaboradamente hecha por el presidente Wilson en Octubre de 1914 cuando explicó que la venta de bonos en los EE.UU. para gobiernos extranjeros era de hecho un empréstito para captar ahorros de gobiernos beligerantes y no una forma de financiar la guerra. Por el otro lado, la aceptación de Notas de Tesorería u otra evidencia de deuda como pago por bienes era tan sólo un modo de facilitar el comercio y no una manera de financiar el esfuerzo bélico {[13]}.
Los documentos en los archivos del Departamento de Estado demuestran que el National City Bank, controlado por los intereses de Stillman y Rockefeller, y el Guaranty Trust, controlado por los intereses de Morgan, conjuntamente otorgaron substanciales créditos para la Rusia beligerante antes de la entrada de los EE.UU. en la guerra y que estos créditos fueron otorgados después de que el Departamento de Estado les señalara a estas firmas que los mismos eran contrarios al Derecho Internacional. Más allá de ello, las negociaciones relacionadas con los créditos fueron llevadas a cabo por medio de la estructura oficial de comunicaciones del gobierno norteamericano, bajo la cobertura del encriptado de alto nivel denominado “Green Cipher” (Clave Verde) del Departamento de Estado. Más adelante hay extractos de los cables del Departamento de Estado que demuestran el caso.
En Mayo de 1916, el embajador norteamericano Francis en Petrogrado le envió el siguiente cable al Departamento de Estado en Washington, para ser reenviado a Frank Arthur Vanderlip, el entonces presidente del National City Bank de Nueva York. El cable fue enviado en “Clave Verde” y fue cifrado y descifrado por funcionarios del Departamento de Estado en Petrogrado y en Washington, con costos a cargo del contribuyente norteamericano (archivo 861.51/110).
536, Mayo 14, 13 hs.
Para Vanderclip, National City Bank de Nueva York. Cinco. Nuestras opiniones anteriores crédito fortalecidas. Apoyamos plan cablegrafiado como inversión segura más muy atractiva especulación en rublos. En vista de garantía de tasa de intercambio hemos puesto tasa algo por encima del mercado actual. Debido a opinión desfavorable por larga demora hemos ofrecido bajo propia responsabilidad toma de veinticinco millones de dólares. Estimamos que gran parte del total será retenida por instituciones bancarias y aliadas. Con cláusula respecto de cauciones aduaneras siendo prácticamente exigibles sobre más de ciento cincuenta millones de dólares por año dando aduanas absoluta seguridad y mercado seguro incluso en incumplimiento. Consideramos opción de tres (¿años?) sobre bonos muy valioso y por dicha razón monto de crédito en rublos debería aumentar por grupo o por distribución a amigos cercanos. American International debería tomar bloque e informaríamos al gobierno. Pienso que grupo debería formarse inmediatamente para toma y emisión de bonos ... aseguraría a garantía de completa cooperación. Sugiero vea a Jack personalmente; use todo medio para ponerlos a trabajar en serio, caso contrario coopere con Garantía para formación nuevo grupo. Oportunidades aquí para próximos diez años muy grandes en cuanto financiación estatal e industrial y si esta transacción consumada indudablemente podrían concretarse. En responder tenga en mente situación relacionada con cable.
MacRoberts Rich.
Francis, Embajador de los EE.UU. {[14]}
Hay varios puntos a destacar en este cable para comprender la historia posterior. En primer lugar, nótese la referencia a la American International Corporation, una firma de los Morgan cuyo nombre aparece y reaparece constantemente en esta historia. Segundo, “Garantía” (hacia el final del cable, N. del T) se refiere a la Guaranty Trust Company. Tercero, “MacRoberts” era Samuel MacRoberts, un vicepresidente y gerente ejecutivo del National City Bank.
El 24 de Mayo de 1916, el embajador Francis cablegrafió un mensaje de Rolph Marsh de la Guaranty Trust en Petrogrado a la Guaranty Trust de Nueva York. Otra vez se utilizó la “Clave Verde” y las instalaciones del Departamento de Estado. El cable contiene lo siguiente:
565, Mayo 24, 18 hs
para Guaranty Trust Company Nueva York:
Tres.
Olof y yo consideramos la nueva proposición a ser atendida por Olof que ayudará más que dañara vuestro prestigio. Situación de tal cooperación es necesaria si grandes cosas han de ser concretadas aquí. Enfáticamente le urjo arreglar con City a fin de considerar actuación conjunta en todas las grandes propuestas aquí. Decisivas ventajas para ambos y previene posibilidad de enfrentar uno con otro. Representantes de City aquí desean (por manuscrito) tal cooperación. Propuesta bajo consideración elimina nuestra opción adicional crédito nominado pero ambos consideramos crédito en rublos con la opción a bonos en propuestas. Segundo párrafo ofrece oportunidad estupendamente rentable, enfáticamente urjo vuestra aceptación. Favor cablegrafiarme plena autorización para actuar en conexión con City. Considere nuestra propuesta dilatoria con situación favorable para nosotros y permite hacer grandes cosas. De nuevo, enfáticamente urjo tomar veinticinco millones de crédito en rublos. No hay posibilidades de pérdida y decisivas ventajas especulativas. Nuevamente urjo tener a Vicepresidente sobre el terreno. Efecto aquí será decididamente bueno. Abogado residente no posee mismo prestigio y peso. Esto va por embajada en clave. Responda misma manera. Vea cable sobre posibilidades.
Rolph Marsh.
Francis, Embajador de los EE.UU.
Nota: -
Mensaje Entero en Clave Verde
Sala de Telegramas {[15]}
El “Olof” del cable es Olof Aschberg, un banquero sueco y cabeza del Nya Banken de Estocolmo. Aschberg había estado en Nueva York en 1915 en reuniones con la firma Morgan sobre estos préstamos rusos. Ahora, en 1916, estaba en Petrogrado con Rolph Marsh de la Guaranty Trust, y MacRoberts y Rich del National City Bank (“City” en el cable) negociando préstamos para un consorcio Morgan-Rockefeller. Al año siguiente, Aschberg, como veremos más adelante, sería conocido como “el banquero bolchevique” y sus propias memorias reproducen pruebas de su derecho a tal título.
Frank Polk

Los archivos del Departamento de Estado también contienen una serie de cables entre el embajador Francis, el secretario actuante Frank Polk y el Secretario de Estado Robert Lansing concernientes a la legalidad y legitimidad de transmitir los cables del National City Bank y la Guaranty Trust a costas del erario público. El 25 de Mayo de 1916, el embajador Francis cablegrafió a Washington como sigue y se refirió a los dos cables anteriores:
569, Mayo 25, 13 hs.
Mi telegrama 563 y 565 del veinticuatro son enviados para representantes de instituciones locales de destinatarias en la esperanza de consumar préstamo que aumentaría grandemente comercio internacional y beneficiaría mucho (¿relaciones diplomáticas?). Esperanza de éxito promisoria. Representantes de Petrogrado consideran términos remitidos muy satisfactorios pero temen que las instituciones representadas impedirían consumación si gobierno aquí admitiese conocer dichas propuestas.
Francis, Embajador de los EE.UU. {[16]}
La razón básica citada por Francis para facilitar los cables es, “la esperanza de consumar préstamo que aumentaría grandemente comercio internacional”. La transmisión de mensajes comerciales utilizando las instalaciones del Departamento de Estado estaba prohibida y el 1 de Junio de 1916 Polk le cablegrafió a Francis:
842
En vista de la reglamentación contenida en su circular instrucciones telegráficas de Marzo quince (suspensión de transmisión de mensajes comerciales) {[17]} favor de explicar por qué mensajes de vuestros 563, 565 y 575 deberían ser entregados. Aquí en más rogamos seguir estrictamente instrucciones Departamento.
Actuante,
Polk
861.51/112 / 110
Luego, el 8 de Junio de 1916, el Secretario de Estado Lansing extendió la prohibición y manifestó claramente que los créditos propuestos eran ilegales:
860
Vuestros 563, 565, Mayo 24; 569 Mayo 25 13 hs. Antes de entregar mensajes a Vanderlip y a Guaranty Trust Company, debo inquirir si se refieren a créditos de cualquier descripción al gobierno ruso. De ser el caso lamento que el Departamento no puede participar de su transmisión por cuanto tal acción lo expondría a crítica justificable por participación de este gobierno en transacción de crédito a un beligerante con el objeto de proseguir sus operaciones hostiles. Tal participación es contraria a las reglas aceptadas del Derecho Internacional según cuales gobiernos neutrales no deben prestar asistencia al otorgamiento de créditos a beligerantes.
La última línea del cable de Lansing, tal como estaba escrita, no fue transmitida a Petrogrado. Dicha línea decía: “¿No pueden hacerse arreglos para enviar estos mensajes a través de canales rusos?”
¿Cómo podemos evaluar estos cables y a las personas involucradas?
Claramente los intereses de Morgan-Rockefeller no estaban interesados en respetar el Derecho Internacional. Hay una obvia intención en estos cables de concederle créditos a un país beligerante. No hubo ninguna vacilación de parte de estas firmas en utilizar las instalaciones del Departamento de Estado para las negociaciones. Además, a pesar de las protestas, el Departamento de Estado permitió que los mensajes pasaran. Finalmente, y esto es lo más interesante en relación con los hechos que sobrevendrán, Olof Aschberg, el banquero sueco, fue un prominente participante e intermediario en las negociaciones por parte de la Guaranty Trust. Por lo tanto, miremos a este Olof Aschberg un poco más de cerca.

OLOF ASCHBERG EN NUEVA YORK, 1916
Olof Aschberg, el “Banquero Bolchevique” ( o el “Bankier der Weltrevolution” – el “Banquero de la Revolución Mundial” – como fue llamado en la prensa alemana), era el propietario del Nya Banken, fundado en 1912 en Estocolmo. Sus codirectores incluyeron a prominentes miembros del cooperativismo y del socialismo sueco, incluyendo a G. W. Dahl, K. G. Rosling y a C. Gerhard Magnusson. {[18]}. En 1918 el Nya Banken fue puesto en la lista negra de los Aliados por sus operaciones financieras a favor de Alemania. Respondiendo a esta inclusión en la lista negra, el Nya Banken cambió su nombre a Svensk Ekonomiebolaget. El banco permaneció bajo el control de Aschberg que era su principal propietario. El agente en Londres del banco fue el British Bank of North Commerce cuyo presidente, Earl Grey, había sido un asociado de Cecil Rhodes. Otro de los círculos de intereses de Aschberg incluía a Krassin quien, hasta la Revolución Bolchevique (oportunidad en la que cambió de color para emerger como líder bolchevique) fue el gerente ruso de Siemens-Schuckert en Petrogrado; a Carl Furstenberg, ministro de finanzas del primer gobierno bolchevique; y a Max May, vicepresidente a cargo de operaciones extranjeras del Guaranty Trust de Nueva York. Olof Aschberg tuvo una opinión tan alta de Max May que incluyó una fotografía de May en su libro. {[19]}
En el verano de 1916 Olof Aschberg estuvo en Nueva York representando tanto al Nya Banken como a Pierre Bark, el ministro de finanzas del Zar. Su negocio más importante en Nueva York, de acuerdo con el New York Times (4 de Agosto de 1916), fue el de negociar un crédito de 50 millones de dólares para Rusia con un grupo bancario norteamericano liderado por el National City Bank de Stillman. Este trato se cerró el 5 de Junio de 1916 con el resultado de un crédito de U$S 50 millones para Rusia a una tasa anual del 7,5% y un correspondiente crédito de 150 millones de rublos para el grupo NCB de Rusia. El grupo neoyorquino giró luego hacia adentro y emitió certificados al 6.5% con su propio nombre en el mercado norteamericano por la suma de U$S 50 millones. De este modo el grupo NCB obtuvo una ganancia sobre el crédito de los U$S 50 millones para Rusia, lo hizo flotar sobre el mercado norteamericano por otra ganancia adicional y obtuvo un crédito de 150 millones de rublos en Rusia.
Durante su visita a Nueva York dedicada a gestiones para el gobierno zarista ruso, Aschberg hizo algunos comentarios proféticos en lo concerniente al futuro de los EE.UU. en Rusia:
La apertura al capital norteamericano y a la iniciativa norteamericana, con el despertar producido por la guerra, abarcará a toda Rusia una vez que termine la contienda. Actualmente hay varios norteamericanos en Petrogrado, representantes de firmas comerciales, manteniendo contacto con la situación, y ni bien se produzca el cambio emergerá un enorme comercio norteamericano con Rusia. {[20]}

OLOF ASCHBERG EN LA REVOLUCIÓN BOLCHEVIQUE
Mientras se hacía flotar esta operación en Nueva York, el Nya Banken y Olof Aschberg se hallaban canalizando fondos del gobierno alemán hacia los revolucionarios rusos quienes terminarían derrocando al “Comité Kerensky” y estableciendo el régimen bolchevique.
David R.- Francis - Embajador Norteamericano

Las pruebas de la íntima conexión de Olof Aschberg con el financiamiento de la Revolución Bolchevique provienen de varias fuentes, algunas de mayor valor que otras. El Nya Banken y Olof Aschberg están profusamente mencionados en los Documentos Sisson (véase Cap. 3). Sin embargo, George Kennan analizó sistemáticamente estos documentos y demostró que eran falsos, si bien están probablemente basados parcialmente sobre material auténtico. Otra prueba tiene su origen en el Coronel B. V. Nikitine, el hombre a cargo de la contrainteligencia del gobierno de Kerensky, y consiste en 29 telegramas transmitidos desde Estocolmo a Petrogrado y viceversa, referentes al financiamiento de los bolcheviques. Tres de estos telegramas se refieren a bancos – los telegramas 10 y 11 se refieren al Nya Banken y el telegrama 14 se refiere al Banco Ruso-Asiático de Petrogrado. El telegrama 10 dice lo siguiente:
Gisa Furstenberg Saltsjobaden. Fondos muy bajos no puedo ayudar si realmente urgente otorgue 500 como último pago imputa gran pérdida original desesperanzada instruya Nya Banken cablegrafiar 100 mil adicionales Sumenson.
El telegrama 11 dice:
Kozlovsky Sergievskaya 81. Primeras cartras recibidas Nya Banken telegrafie cable a quien Soloman ofreciendo agencia telegráfica local refiere a Bronck Savelievich Avilov.
Fürstenberg era el intermediario entre Parvus ((Alexander I. Helphand) y el gobierno alemán. Acerca de estas transferencias Michael Futrell concluye:
Se descubrió que durante los escasos últimos meses ella [Evegeniya Sumenson] había recibido cerca de un millón de rublos de Fürstenberg a través del Nya Banken de Estocolmo y que este dinero provenía de fuentes alemanas. {[21]}
El telegrama 14 de la serie de Nikitine dice: “Fürstenberg Saltsjöbaden. Número 90 punto cien mil hacia Ruso-Asiático Sumenson”. El representante norteamericano para el Ruso-Asiático era la MacGregor Grant Company de 120 Broadway, Nueva York. El banco estaba financiado por el Guaranty Trust en los EE.UU. y por el Nya Banken en Suecia.
Otra mención del Nya Banken se encuentra en el material “The Charges Against the Bolcheviks” (Los Cargos Contra los Bolcheviques) que fue publicado durante el período de Kerensky. De particular interés en dicho material es un documento firmado por Gregory Alexinsky, un ex miembro de la Duma del Segundo Estado, y que hace referencia a transferencias de dinero para los bolcheviques. El documento, en parte, dice lo siguiente:
De acuerdo con la información recientemente recibida estas personas de confianza en Estocolmo fueron: el bolchevique Jacob Furstenberg, más conocido bajo el nombre de “Hanecki” (Ganetski), y Parvus (Dr. Helfand); en Petrogrado: el abogado bolchevique M. U. Kozlovsky, una mujer pariente de Hanecki – Sumenson – involucrada en especulaciones junto con Hanecki, y otros. Kozlovsky es el principal receptor del dinero alemán que es transferido desde Berlin a través de la "Disconto-Gesellschaft" a la “Via Bank” de Estocolmo y de allí al Siberian Bank de Petrogrado en dónde su cuenta en este momento tiene un saldo de más de 2.000.000 de rublos. La censura militar ha descubierto un intercambio continuo de telegramas de índole política y financiera entre los agentes alemanes y líderes bolcheviques [Estocolmo-Petrogrado]. {[22]}
Además, en los archivos del Departamento de Estado existe un mensaje en “clave verde” (“Green Cipher”) de la embajada norteamericana en Christiania (nombrada Oslo, 1925) Noruega, fechada el 21 de Febrero de 1918 que dice: “Estoy informado que fondos bolcheviques son depositados en Nya Banken, Estocolmo, legación de Estocolmo avisada. Schmedeman.” {[23]}
Por último, Michael Furtell, quien entrevistó a Olof Aschberg justo antes de su muerte, concluye que hubo realmente fondos bolcheviques transferidos desde Alemania a través del Nya Banken y Jacob Furstenberg bajo la cobertura de pagos por mercadería enviada. De acuerdo con Futrell, Aschberg le confirmó que Furstenberg mantenía negocios comerciales con el Nya Banken y que también Furstenberg había enviado fondos a Petrogrado. Estas afirmaciones resultan autenticadas en las memorias de Aschberg. En resumen, Aschberb, a través de su Nya Banken, fue indudablemente un canal para fondos utilizados en la Revolución Bolchevique y el Guaranty Trust estuvo indirectamente relacionado en esto a través de su asociación con Aschberg y sus intereses en MacGregor Grant Co, el agente neoyorquino del Russo-Asiatic Bank, otro vehículo de transferencias.

NYA BANKEN Y GUARANTY TRUST SE UNEN A RUSKOMBANK
Varios años más tarde, en el otoño de 1922, los soviéticos constituyeron su primer banco internacional. Estuvo basado en un grupo que incluía a los anteriores banqueros privados rusos y algunas inversiones nuevas de banqueros alemanes, suecos, norteamericanos y británicos. Conocido como el Ruskombank (Banco Comercial Extranjero, o bien Banco de Comercio Exterior), estuvo encabezado por Olof Aschberg con un directorio constituido por banqueros privados zaristas, representantes de bancos alemanes, suecos y norteamericanos, y, por supuesto, representantes de la Unión Soviética. La legación norteamericana en Estocolmo informó a Washington sobre esta cuestión haciendo notar, en una referencia a Aschberg, que “su reputación es pobre. Hay referencia a él en el documento 54 de los Documentos Sisson y en el Despacho N° 138 del 4 de Enero de 1921 de una legación en Copenhagen”. {[24]}
El consorcio bancario involucrado en el Ruskombank representó mayormente capital británico. Incluyó al Russo-Asiatic Consolidated Limited, que era uno de los mayores acreedores privados de Rusia, y al cual los soviéticos le otorgaron 3 millones de libras esterlinas como compensación por el daño ocasionado a sus propiedades en la Unión Soviética a consecuencia de las nacionalizaciones. El propio gobierno británico ya había adquirido sustanciales intereses en los bancos privados rusos. De acuerdo con un informe del Departamento de Estado, “el gobierno británico está fuertemente invertido en el consorcio en cuestión.” {[25]}
Al consorcio se le concedieron extensas concesiones en Rusia y el banco dispuso de un capital compartido de diez millones de rublos oro. Un informe en el diario danés National Titende afirmó que “se han creado posibilidades para la cooperación con el gobierno soviético cuando esto, mediante negociaciones políticas, hubiera sido imposible.” {[26]} En otras palabras, tal como el diario continúa diciendo, los políticos habían fracasado en lograr una cooperación con los soviéticos, pero “puede darse por hecho que la explotación capitalista de Rusia está comenzando a tomar formas más definidas.” {[27]}
A principios de Octubre de 1922 Olof Aschberg se encontró en Berlín con Emil Wittemberg, el director del Nationalbank für Deutschland y con Scheimann, el número uno del Russian State Bank. Después de las discusiones concernientes al involucramiento alemán en el Ruskombank, los tres banqueros se dirigieron a Estocolmo en dónde se entrevistaron con Max May, vicepresidente de la Guaranty Trust Company. Max May fue entonces designado director de la División Exterior del Ruskombank, en adición a Schlesinger, anterior titular del Moscow Merchant Bank; a Kalaschkin, anterior titular del Junker Bank; y a Ternoffsky, anterior titular del Siberian Bank. Este último banco había sido parcialmente adquirido por el gobierno británico en 1918. El profesor Gustav Cassell de Suecia accedió a actuar de asesor del Ruskombank. Cassel fue citado en un diario sueco ((Svenskadagbladet del 17 de Octubre de 1922) como sigue:
Que ahora se haya instituido un banco en Rusia para encargarse puramente de asuntos bancarios constituye un gran paso adelante, y me parece que este banco fue establecido para hacer algo a fin de crear una nueva vida económica en Rusia. Lo que Rusia necesita es un banco para crear comercio interior y exterior. Si ha de haber negocios entre Rusia y otros países, tiene que haber un banco para manejarlos. Este paso adelante debería ser apoyado en todo sentido por los demás países y, cuando se me pidió mi consejo, afirmé que estaba preparado para dar dicho apoyo. No estoy a favor de una política negativa y creo que hay que aprovechar toda oportunidad para ayudar a una reconstrucción positiva. La gran cuestión es cómo normalizar el banco de intercambio ruso. Es una cuestión complicada y requerirá una investigación exhaustiva. A fin de resolver este problema, naturalmente estoy dispuesto a tomar parte en la tarea. Dejar a Rusia librada a sus propios recursos y a su propio destino es una tontería. {[28]}
Se utilizó el edificio del ex Siberian Bank en Petrogrado para albergar las oficinas centrales del Ruskombank cuyos objetivos fueron conseguir créditos de corto plazo en otros países, introducir capital extranjero en la Union Soviética y, en general, facilitar el comercio ruso de ultramar. El banco abrió el 1 de Diciembre de 1922 en Moscú, empleando a cerca de 300 personas.
En Suecia, el Ruskombank estuvo representado por el Svenska Ekonomibolaget de Estocolmo – el Nya Banken de Olof Aschberg bajo un nuevo nombre – y en Alemania por el Garantie und Creditbank fur Den Osten de Berlin. En los Estados Unidos el banco estuvo representado por la Guaranty Trust Company de Nueva York. Al inaugurarse el banco Olof Aschberg comentó:
El nuevo banco se dedicará a la adquisición de maquinaria y materias primas de Inglaterra y de los Estados Unidos y otorgará garantías para el cumplimiento de contratos. La cuestión de compras en Suecia todavía no ha surgido, pero se espera que lo hará más adelante. {[29]}
Al unirse al Ruskombank, Max May de la Guaranty Trust hizo una declaración similar:
Los Estados Unidos, al ser un país rico con industrias bien desarrolladas, no necesita importar nada del extranjero, pero ... están muy interesados en exportar sus productos a otros países y consideran a Rusia como el mercado mejor adaptado para dicho propósito, tomando en consideración los grandes requerimientos de Rusia en todas las líneas de su vida económica. {[30]}
May afirmó que el banco comercial ruso era “muy importante” y que “financiaría ampliamente todas las líneas de las industrias rusas”.
Desde sus mismos comienzos, las operaciones del Ruskombank estuvieron limitadas por el monopolio soviético del comercio exterior. El banco tuvo dificultades para obtener adelantos sobre bienes rusos depositados en el extranjero. Debido a que eran transferidos a nombre de delegaciones comerciales soviéticas, una gran parte de los fondos del Ruskombank estuvo bloqueada en depósitos del Banco Estatal de Rusia. Finalmente, a principios de 1924 el Banco Comercial Ruso se fusionó con el Comisariado para Comercio exterior y Olof Aschberg fue despedido de su posición en el banco porque, según lo que se dijo en Moscú, había malversado los fondos de la institución. La conexión de Aschberg con el banco provino originalmente de su amistad con Maxim Litvinof. A través de esta asociación – según un informe del Departamento de Estado – Aschberg consiguió tener acceso a grandes sumas de dinero destinadas a efectuar pagos por bienes adquiridos por los soviéticos en Europa:
Aparentemente estas sumas estaban depositadas en el Ekonomibolaget, un banco privado de propiedad del Sr. Aschberg. Ahora se alega (sic) que una gran parte de estos fondos fue empleada por el Sr. Aschberg para hacer inversiones en su cuenta personal y que ahora está tratando de mantener su posición en el banco a través de su posesión de este dinero. De acuerdo con mi informante. El Sr. Aschberg no ha sido el único en beneficiarse de las operaciones con el fondo soviético sino que ha dividido sus ganancias con quienes fueron responsables por haberlo nominado al Banco Comercial Ruso, estando Litvinoff entre ellos. {[31]}
Después, el Ruskombank se convirtió en el Vneshtorg,. Nombre con el cual es conocido hasta el día de hoy.
Debemos ahora retroceder sobre nuestros pasos y echar un vistazo a las actividades que el asociado neoyorquino de Aschberg, la Guaranty Trust Company, desplegó durante la Primera Guerra Mundial para sentar los fundamentos al examen de su papel en la era revolucionaria de Rusia.

LA GUARANTY TRUST Y EL ESPIONAJE ALEMÁN EN LOS ESTADOS UNIDOS, 1914-1917 {[32]}
Durante la Primera Guerra Mundial Alemania destinó considerables fondos en Nueva York al espionaje y a operaciones encubiertas tanto en América del Norte como en Sudamérica. Es importante registrar el flujo de estos fondos porque provienen de las mismas firmas – la Guaranty Trust y la American International Corporation – que estuvieron involucradas en la Revolución Bolchevique y sus secuelas. Para no mencionar el hecho (mencionado en el Cap. 3) que el gobierno alemán también financió las actividades revolucionarias de Lenin.
Un resumen de los créditos otorgados por bancos norteamericanos a intereses alemanes durante la Primera Guerra Mundial le fue entregado en 1919 por la Inteligencia Militar Norteamericana al Comité Overman del Senado de los Estados Unidos. El resumen estuvo basado sobre las declaraciones de Karl Heynen, quien había llegado a los EE.UU. en Abril de 1915 para asistir al Dr. Albert con los asuntos comerciales y financieros del gobierno alemán. El trabajo Oficial de Heynen consistió en el transporte de bienes desde los EE.UU. hacia Alemania, vía Suecia, Suiza y Holanda. De hecho sin embargo, estaba metido hasta la coronilla en operaciones encubiertas.
Los principales créditos alemanes obtenidos en los EE.UU. entre 1915 y 1918, según Heynen, fueron como sigue: el primer crédito de U$S 400.000 se otorgó hacia Septiembre de 1914 a través de los banqueros Kuhn, Loeb & Co. Una garantía de 25 millones de marcos fue depositada en Max M. Warburg en Hamburgo, la filial alemana de Kuhn, Loeb & Co. El Capitán George B. Lester de la Inteligencia Militar norteamericana le dijo al Senado que la respuesta de Heynen a la pregunta de “¿Por qué fue usted a Kuhn, Loeb & Co?” fue: “Consideramos a Kuhn, Loeb & Co como los banqueros naturales del gobierno alemán y el Reichsbank”
El segundo crédito de U$S 1,3 millones no provino directamente de los EE.UU. Fue negociado por John Simon, un agente de la Suedeutsche Disconto-Gesellschaft, para asegurar fondos destinados a embarques hacia Alemania.
El tercer crédito vino del Chase National Bank (del Grupo Morgan) por un monto de 3 millones de dólares. El cuarto fue del Mechanics and Metals National Bank por un monto de un millón de dólares. Estos créditos financiaron actividades de espionaje alemanas en los EE.UU. y en Méjico. Algunos de estos fondos fueron rastreados hasta Sommerfeld, quien era un asesor de von Rintelen (otro agente del espionaje alemán) y quien más tarde se asoció con Hjalmar Schacht y Emil Wittemberg. Sommerfeld habría de comprar munición para ser usada en Méjico. Disponía de una cuenta en la Guaranty Trust Company y de ella se efectuaron pagos a la Western Cartridge Co. de Alton, Illinois, por munición enviada a El Paso para su empleo en Méjico por parte de los bandidos de Pancho Villa. Cerca de U$S 400.000 se gastó en munición, propaganda mejicana y actividades similares.
El entonces embajador alemán Conde von Bernstorff rememoró su amistad con Adolph von Pavenstedt, un socio mayor de Amsinck & Co., la cual estaba bajo el control de, y en Noviembre de 1917 terminó siendo propiedad de, la American International Corporation. La American International figurará en forma destacada en Capítulos posteriores; su directorio incluía los nombres-clave de Wall Street: Rockefeller, Kahn, Stillman, du Pont, Winthrop, etc. De acuerdo a von Bernstorff, von Pavenstedt “conocía íntimamente a todos los miembros de la embajada” {[33]}. El propio von Bernstorff consideraba a von Pavenstedt como uno de los más respetados “si no el más respetado alemán imperial en Nueva York” {[34]}. De hecho, von Pavenstedt fue “durante muchos años un principal maestro mayor pagador del sistema de espionaje alemán en este país {[35]}. En otras palabras, no hay duda alguna que la Amsinck & Co., controlada por la American International Corporation, estuvo íntimamente asociada con brindar fondos al espionaje bélico alemán en los Estados Unidos. Para sellar la última afirmación de von Bernstorff, existe la fotografía de un cheque a favor de la Amsinck & Co, fechado el 8 de Diciembre de 1917 – apenas cuatro semanas antes del inicio de la Revolución Bolchevique en Rusia – firmado por von Papen (otro operador del espionaje alemán) con una anotación que reza: “gastos de viáticos de von W.” (esto es: von Wedell). French Strothers {[36]}, quien publicó la fotografía, ha afirmado que este cheque prueba que von Papen “se convirtió después del hecho en cómplice de una violación de las leyes norteamericanas”. También convierte a la Amsinck & Co en pasible de un cargo similar.
Paul Bolo-Pasha, otro agente más del espionaje alemán, junto con un eminente financista francés que antes había estado al servicio del gobierno egipcio, llegaron a Nueva York en Marzo de 1916 portando una carta de presentación para von Pavenstedt. A través de este último, Bolo-Pasha se reunió con Hugo Schmidt, director del Deutsche Bank en Berlín y sus representantes en los EE.UU. Uno de los proyectos de Bolo-Pasha fue el de comprar diarios extranjeros a fin de sesgar sus editoriales a favor de Alemania. En Berlín se dispusieron fondos para este programa bajo la forma de un crédito con la Guaraty Trust Company, poniendo luego al crédito a disposición de la Amsinck & Co. Adolph von Pavenstedt, de Amsinck, a su vez, puso los fondos a disposición de Bolo-Pasha.
En otras palabras, tanto la Guaranty Trust Company como Amsinck & Co., una subsidiaria de la American International Corporation, estuvieron directamente involucradas en la implementación del espionaje alemán y otras actividades en los Estados Unidos. Se pueden establecer algunos vínculos entre estas firmas y cada uno de los principales operadores alemanes en los EE.UU. : Dr. Albert, Karl Heynen, von Rintelen, von Papen, Conde Jacques Minotto (véase más adelante), y Paul Bolo-Pasha.
En 1919, el Comité Overman del Senado estableció también que la Guaranty Trust había tenido un papel activo y “no-neutral” en la financiación de los esfuerzos bélicos alemanes durante la Primera Guerra Mundial. El testimonio de Becker, oficial de inteligencia de los EE.UU. deja esto en claro:
Mr. BECKER: En esta misión, Hugo Schmidt (del Deutsche Bank) estuvo muy ampliamente asistido por ciertas instituciones bancarias norteamericanas. Fue mientras éramos neutrales, pero actuaron en detrimento de los intereses británicos, y tengo una cantidad considerable de datos sobre la actividad de la Guaranty Trust Co. en este sentido y me agradaría saber si el Comité desea que exponga sobre ello.
SENADOR NELSON: Ésa es una filial del City Bank ¿no es cierto?
Mr. BECKER: No
SENADOR OVERMAN: Si fue adverso a los intereses británicos, entonces no fue neutral y creo que será mejor que lo exponga.
SENADOR KING: ¿Fue una transacción bancaria ordinaria?
Mr. BECKER: Eso es opinable. Tiene que ver con camuflar intercambios para hacerlos aparecer como intercambios neutrales cuando, en realidad, fue un intercambio alemán sobre Londres. Como resultado de aquellas operaciones en las que la Guaranty Trust Co. participó principalmente entre el 1° de Agosto de 1914 y el momento en que Norteamérica entró en la guerra, el Deutsche Bank y sus filiales en América del Sur consiguieron negociar 4.670.000 libras de divisas de Londres en tiempos de guerra.
SENADOR OVERMAN: Pienso que eso nos compete. {[37]}
Lo realmente importante no es tanto que se haya brindado asistencia financiera a Alemania, lo cual fue sólo algo ilegal, sino que directores de la Guaranty Trust hayan estado, simultáneamente, asistiendo a los Aliados. En otras palabras: la Guaranty Trust estuvo financiando a los dos participantes del conflicto. Y esto hace surgir la cuestión de la moralidad.

LA PISTA GUARANTY TRUST-MINOTTO-CAILLAUX {[38]}
El Conde Jacques Minotto es una pista muy tenue pero verificable y persistente que vincula a la Revolución Bolchevique en Rusia con bancos alemanes, el espionaje alemán en los EE.UU. durante la Primera Guerra Mundial, la Guaranty Trust Company de Nueva York, la abortada Revolución Bolchevique francesa y los juicios conexos por espionaje en Caillaux-Malvy, Francia.
Jacques Minotto nació el 17 de Febrero de 1891 en Berlín, hijo de un padre austríaco de ascendencia italiana y una madre alemana. El joven Minotto fue educado en Berlín y después consiguió un empleo en el Deutsche Bank de Berlín en 1912. Casi inmediatamente fue enviado a los EE.UU. como asistente de Hugo Schmidt, el director delegado y representante del Deutsche Bank de Nueva York. Después de estar un año en Nueva York, Minotto fue enviado por el Deutsche Bank a Londres en dónde circuló en prominentes ambientes políticos y diplomáticos. Al estallar la Primera Guerra Mundial, Minotto regresó a los EE.UU. y se entrevistó inmediatamente con el embajador alemán, Conde von Bernstorff, después de lo cual aceptó un empleo en la Guaranty Trust Company de Nueva York. Allí estuvo bajo las órdenes directas de Max May, director del departamento exterior de esa compañía y asociado del banquero sueco Olof Aschberg. Minotto no fue ningún funcionario de baja categoría. Los interrogatorios en los juicios de Caillaux en París, en 1919, establecieron que Minotto trabajaba directamente bajo las órdenes de Max May. {[39]}. El 25 de Octubre de 1914, la Guaranty Trust envió a Jacques Minotto a Sudamérica para que confeccione un informe sobre la situación política, financiera y comercial. Así como lo había hecho en Londres, Washington y Nueva York, Minotto se movió allí en los círculos diplomáticos y políticos más elevados. Uno de los propósitos de la misión de Minotto en América Latina fue el de establecer el mecanismo por medio del cual la Guaranty Trust podía ser utilizada como intermediaria para la ya mencionada obtención de créditos alemanes en el mercado de divisas de Londres, el que le estaba denegado a Alemania por causa de la Primera Guerra Mundial.  Minotto regresó a los EE.UU., renovó su asociación con el Conde von Bernstorff y con el Conde Luxberg, y posteriormente, en 1916, intentó obtener un puesto en la Inteligencia Naval norteamericana. Después de esto, terminó arrestado bajo la acusación de actividades pro-alemanas. Al momento de su arresto, estaba trabajando en la planta de su suegro, Louis Swift, del frigorífico de carnes Swift & Co.
Swift aportó los U$S 50.000 de fianza requeridos para liberar a Minotto, a quien defendió Henry Veeder, el abogado de la Swift & Co. Louis Swift mismo también fue arrestado por actividades pro-alemanas en una fecha posterior.
Como coincidencia interesante y no carente de importancia, el “Mayor” Harold. H. Swift, hermano de Louis Swift, fue miembro de la misión de la Cruz Roja encabezada en 1917 por William Boyce Thompson en Petrogrado – esto es: estuvo en el grupo de abogados y hombres de negocios de Wall Street cuyas íntimas conexiones con la Revolución Rusa se describirán más adelante. Helen Swift Neilson, hermana de Louis y Harold Swift estuvo más tarde conectada con el Abraham Lincoln Center "Unity", de orientación pro-comunista. Esto estableció un vínculo entre bancos alemanes, bancos norteamericanos, el espionaje alemán y, como veremos, la Revolución Bolchevique {[40]}.
Joseph Caillaux

Joseph Caillaux fue un famoso (a veces mencionado como notable) político francés. También él estuvo asociado con Minotto en las operaciones latinoamericanas de este último para la Guaranty Trust y resultó implicado en los famosos casos de espionaje francés de 1919 que revelaron conexiones bolcheviques. En 1911 Caillaux se convirtió en Ministro de Finanzas y más tarde, en el mismo año, fue  Primer Ministro de Francia. John Louis Malvy fue designado Subsecretario de Estado del gobierno de Caillaux. Varios años más tarde Madame Caillaux asesinó a Gaston Calmette, editor del prominente diario parisino Figaro. La acusación imputó a Madame Caillaux que había asesinado a Calmette para impedir la publicación de ciertos documentos comprometedores. El escándalo ocasionó que Caillaux y su esposa abandonaran Francia. La pareja se dirigió hacia América Latina y allí se encontró con el Conde Minotto, el agente de la Guaranty Trust, que estaba allí con el objetivo de establecer intermediarios para las finanzas alemanas. Minotto estuvo socialmente conectado con el matrimonio Caillaux en Rio de Janeiro, Sao Paulo, Montevideo y Buenos Aires. En otras palabras: el Conde Minotto fue un acompañante constante del matrimonio Caillaux mientras éste estuvo en América Latina {[41]}.
Al regresar a Francia, Caillaux y su esposa se alojaron en Biarritz como huéspedes de Paul Bolo-Pasha quien, como hemos visto, era también un operador del espionaje alemán en los EE.UU. y en Francia {[42]}. Más tarde, en Julio de 1915, Minotto llegó a Francia procedente de Italia, se encontró con el matrimonio Caillaux y el mismo año los Caillaux volvieron a visitar a Bolo-Pasha en Biarritz. Dicho de otro modo: en 1915 y 1916 Caillaux estableció una relación social constante con el Conde Minotto y con Bolo-Pasha, ambos agentes del espionaje alemán en los EE.UU.
El esfuerzo de Bolo-Pasha en Francia estuvo dirigido a obtener influencia para Alemania en los diarios parisinos Le Temps y Figaro. Bolo-Pasha se dirigió después a Nueva York dónde arribó el 24 de Febrero de 1916. Allí, negociaría un crédiro de U$S 2 millones – asociado a von Pavenstedt, el prominente agente alemán en Amsinck & Co {[43]}. Severance Johnson, en The Enemy Within, ( El Enemigo de Adentro) ha conectado a Caillaux y a Malvy con la abortada Revolución Bolchevique francesa de 1918 y afirma que, si hubiera tenido éxito, “Malvy hubiera sido el Trotsky de Francia de haber sido Caillaux su Lenin.” {[44]} Caillaux y Malvy fundaron un partido socialista radical en Francia utilizando fondos alemanes y fueron llevados a juicio a causa de estas intenciones subversivas. Los interrogatorios de la corte en los juicios por espionaje de 1919 contienen testimonios relacionados con banqueros de Nueva York y su relación con estos operadores del espionaje alemán. También contienen los vínculos entre el Conde Minotto y Caillaux, así como la relación existente entre la Guaranty Trust Company y el Deutsche Bank y la cooperación que hubo entre Hugo Schmidt del Deutsche Bank y Max May de la Guaranty Trust Company. El interrogatorio francés (página 940) contiene el siguiente extracto de la declaración de Nueva York del Conde Minotto (pág 10 y retraducida del francés):
PREGUNTA: ¿Bajo las órdenes de quién estuvo usted en Guaranty Trust?
RESPUESTA: Bajo las órdenes de Max May.
PREGUNTA: ¿Él era un vicepresidente?
RESPUESTA: Era vicepresidente y director del Departamento Exterior.
Más tarde, en 1922, Max May llegó a ser un director del Ruskombank soviético y representó los intereses de la Guaranty Trust en dicho banco. El interrogatorio francés establece que el Conde Minotto, un agente del espionaje alemán, fue un empleado de la Guaranty Trust Company; que Max May fue su superior inmediato; y que Max May también estuvo estrechamente asociado con el banquero bolchevique Olof Aschberg. En resumen: Max May de la Guaranty Trust estuvo involucrado en la obtención ilegal de fondos y en el espionaje alemán en los EE.UU. durante la Primera Guerra Mundial; estuvo vinculado indirectamente con la Revolución Bolchevique y directamente con el establecimiento del Ruskombank, el primer banco internacional de la Unión Soviética.
Todavía es prematuro intentar una explicación para esta aparentemente inconsistente, ilegal, y a veces inmoral actividad internacional. En general, existen dos explicaciones plausibles: la primera de ellas es un insaciable afán de lucro; la segunda – que coincide con las palabras de Otto Hahn de la Kuhn, Loeb & Co. y de la American International Corporation que sirven de epígrafe a este Capítulo – es la realización de objetivos socialistas, objetivos éstos que “deberían, y pueden, ser concretados” por medios no socialistas.

FUENTE:

http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/Sutton_Anthony/WallStreet/WallStreet_05.html